El carro eléctrico mexicano, ¿Es neta?
Foto: Cortesía

Cuando la presidenta Claudia Sheinbaum anunció el proyecto Olinia, un vehículo eléctrico mexicano “de bajo costo”, muchos de nosotros nos encontramos preguntándonos si estábamos escuchando bien o si la conferencia matutina había sido patrocinada por la imaginación. Tres modelos de autos compactos, fabricados con la ayuda de nuestros académicos del Instituto Politécnico Nacional y el Tecnológico Nacional de México, y con un precio de entre 90 mil y 150 mil pesos. Ojo, ese nivel de precio ninguna armadora lo ha conseguido, pues el menos costoso en México ronda los 350 mil pesos, y todo suena tan ambicioso que uno no puede evitar preguntarse: ¿será este el futuro de la movilidad o se trata de una sofisticación de carrito eléctrico de juguete para adultos?

La idea de un coche eléctrico mexicano, asequible y sostenible, tiene un atractivo indiscutible. Un vehículo eléctrico diseñado para las necesidades del mexicano promedio, o más bien del mexicano que no tiene acceso a los carísimos Tesla ni a la infraestructura para cargarlo, que se debe reconocer, es el tipo de promesa que apetece escuchar en tiempos de crisis económica y ambiental. Pero, claro, no podemos dejar de lado algunos pequeños detalles: México no produce litio, el elemento clave para las baterías. ¡Pero qué importa! ¿Acaso los pequeños obstáculos como la falta de recursos estratégicos, o las tarifas eléctricas que rondan lo absurdo, van a detenernos en nuestra marcha hacia el futuro? Lo que nadie puede negar es que si hay algo que caracteriza a los proyectos gubernamentales es su capacidad para sortear los más complejos problemas de infraestructura, tecnología y recursos naturales, al menos eso nos hacen creer.

Y no olvidemos el toque de magia del plazo anunciado: para el Mundial de 2026. No es que los avances científicos sean necesariamente rápidos, pero los fanáticos del futbol ya deben estar rezando por ver rodar un modelo funcional en los terrenos del Estadio Azteca, en ese espacio de tiempo. La meta no es solo que el coche sea una realidad, sino que consigan que funcione bien, sea accesible y, por qué no, que cargue sin explotar. Y por supuesto, no nos olvidemos de la fantástica alianza público-privada, ese maravilloso matrimonio de ideas que siempre resulta en un final feliz, o al menos, en algo que nos deje sorprendidos por lo inesperado.

En resumen, Olinia es un sueño, un proyecto que resuena con las buenas intenciones que adornan a cualquier política pública. Pero, y esto es lo que todos debemos cuestionarnos, ¿realmente estamos listos para una revolución automotriz de esta magnitud? Entre la falta de litio, la competencia internacional y las tarifas eléctricas, tal vez el verdadero reto no sea construir un coche, sino construir las condiciones necesarias para que ese coche funcione más allá de la promesa política. Mientras tanto, habrá que esperar. Y con suerte, tal vez podamos conducir uno de esos coches en 2026, justo a tiempo para ver el mundial… o tal vez, para ver el proyecto hecho añicos como tantas otras ilusiones que prometen cambiar el mundo desde una sala de conferencia, recuerde los famosos respiradores que supuestamente serían diseñados y fabricados por el entonces Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, para enfrentar el Covid, mismos que nuca vimos; y qué decir de la famosa vacuna Patria, que apenas el año pasado salió, cuando la pandemia ya había sido declarada terminada por el propio Gobierno Federal.

No es que sea uno pesimista, pero qué podemos esperar de un proyecto; si muy atractivo pero que no cuenta con absolutamente nada para iniciar, salvo unas imágenes del exterior de tres tipos de automóvil, esperemos que no se trate de esos modelos que se usaron hace más de 20 años por empresas refresqueras y de pan que emplearon vehículos eléctricos muy rudimentarios y muy lentos. Eléctricos si, pero lentos, incluso portaban una leyenda en su parte trasera que así lo indicaba. Cabe aclarar que no se duda de la capacidad y el ingenio de los estudiantes y docentes de las dos instituciones que se van a involucrar en el proyecto, de hecho, lo más seguro es que efectivamente tengan el prototipo para el mundial de futbol, de lo que se duda, es que la autoridad tenga la infraestructura necesaria para producirlo en serie y respetando el precio que anunciaron, al menos esa es la idea…

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