Al inicio de la semana, como la canción, todo eras dicha y felicidad, eran los días de ayer, en que jugábamos, en que cantábamos... cuando, leyendo los diarios del día, encontramos la noticia donde nuevamente una juez, le daba, en todo lo alto y con un pie en el estribo, er segundo puyazo a la fiesta brava en México.

Se volvieron a suspender los festejos taurinos en la plaza más grande y cómoda del mundo, la plaza México y moiles de personas que viven de los dineros del toro, nuevamente se quedarán si su fuente de trabajo gracias a un puñao y no precisamente de alhelíes, sino de unos cuanto ciudadanos, sedicentes defensores o voceros de los animales.

Se presume que serán las altas autoridades quenes de una vez por todas, en esta ocasión, definirán si la fiesta bravca sigue en la México en todo su apogeo, o se les dará la razón a estas personas que no saben el daño que le hacen a su prójimo con su petulante defensoría animalista, mientras que en sus casas. muchos de allos, tienen arrumbados a sus viejos y en situaciones que sería largo enumerar.

Estos individuos e individuas, no saben que para cuidar un perro o cualquier animal. se necesita un individuo, pero para cuidar a un individuo, se necesita una tribu y qué decir de lo que se afecta a aquellos tienen una forma honesta de vivi, para llevar el pan nuestro de cada día a los suyos.

En fin, estamos en el siglo XXI, y los falsos redentores pululan por todas partes, mientras los políticos y las autoridades los solapen; no importa que se genere más pobreza, pues el dichito presidencial de que por el bien de todos primero los pobres, no les acomoda. Vale.

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