
Si algo caracteriza a la administración pública federal en general, sin poner colores ni nombres, es su afán por demostrar que todo está bajo control, que los problemas son sólo pequeños detalles por resolver. Pero la realidad, como siempre es muy terca y se empeña en recordarnos todo lo contrario.
Recientemente, las fuertes ráfagas de viento que azotaron la región nos brindaron una gran lección sobre la fragilidad de las estructuras gubernamentales y, en particular, sobre el concepto de "albergue temporal" que tanto se promocionó como el refugio seguro para los connacionales repatriados desde Estados Unidos.
Las imágenes que quedaron grabadas en la memoria de los pocos testigos del desastre, muestran las carpas desgarrándose bajo la presión de fuertes ráfagas de viento que alcanzaron los 50 kilómetros por hora. Un espectáculo terrible que, por fortuna, no dejó víctimas que lamentar, ya que, no había nadie dentro. Ya que, el refugio nunca ha sido ocupado por migrante alguno, pues aparentemente están en los últimos detalles.
Los trabajadores, en un esfuerzo por evitar un desastre mayor, comenzaron a amarrar y anclar las carpas. Mientras tanto, las tolvaneras, que no respetan ordenes gubernamentales, se encargaban de esparcir colchones y camas por todo el lugar, como si se tratara de una de esas películas de fenómenos naturales en las que los efectos especiales tratan de imitar la fuerza de la naturaleza. Y en medio de todo esto, la Dirección de Protección Civil tuvo que recurrir a la urgencia para "evaluar" la viabilidad de seguir utilizando dichas estructuras. Claro, en un alarde de planificación, el mega albergue se construyó sin tener en cuenta las condiciones meteorológicas, ya no digamos locales, de cualquier parte del país, ya que los fuertes vientos no son exclusivos de Juárez. Una vez más, las prioridades eran otras: la imagen, el anuncio, la gran puesta en escena, sin descartar el beneficio económico del o los proveedores, mismos que están obligados a entregar una instalación adecuada.
Es impresionante cómo el Gobierno Federal, que aprobó la construcción de este improvisado refugio, ha decidido que las condiciones climáticas no deben ser un obstáculo. Después de todo, ¿para qué tomar en cuenta el viento o las tolvaneras cuando uno está ocupado organizando un albergue para repatriados? No es como si las condiciones extremas de la región pudieran afectar algo tan "sólido" como unas carpas. Si los esfuerzos de emergencia se centraran en la infraestructura más que en la imagen, tal vez no estaríamos hablando de improvisación bajo el viento, sino de soluciones reales para quienes necesitan un refugio seguro.
En resumen, vemos el mega albergue como lo que realmente es: unas carpas mal sujetadas al suelo por las promesas de un gobierno que aún no aprende que las buenas intenciones no se amarran con cuerda ni se protegen de las tolvaneras con anclas. Y pensar que apenas hace unos días la diputada morenista Rosana Diaz, decía con gran orgullo, “Estamos listos para recibir a nuestros hermanos migrantes”, ahora hay que pedirles a nuestros paisanos repatriados que nos den mas tiempo, a ver si ahora si ponen instalaciones de calidad que de verdad les brinden abrigo, al menos esa debería ser la idea…