La concientización sobre el consumo responsable y solidario de alimentos es el objetivo general este 2020 del Día Internacional de la Alimentación, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), con el lema “Cultivar, Nutrir, Preservar Juntos: Nuestras Acciones son Nuestro Futuro”.
Las autoridades de cada país tienen la responsabilidad de crear y aplicar políticas públicas que faciliten a los ciudadanos la elección de productos de calidad, que les brinden los nutrientes suficientes para cumplir con los objetivos propuestos por la FAO. En el caso de México, desde 2019 iniciaron procesos en el Poder Ejecutivo y Legislativo para modificar el etiquetado de productos.
Por un lado, se analizó la iniciativa para modificar la Ley General de Salud en materia de etiquetado, y por otro, los cambios a la NOM-051 sobre etiquetado en alimentos y bebidas, que establecerían los lineamientos para la aplicación de la ley, luego del asesoramiento de expertos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), la Universidad Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El resultado de las modificaciones fueron cinco octágonos con advertencias sobre las sustancias en exceso que contienen los productos (calorías, azúcares, grasas saturadas, grasas trans y sodio), y dos recuadros con el tipo de sustancias que no son recomendables que consuman los niños (cafeína y edulcorantes). Los cambios también incluyen la eliminación de personajes animados en los empaques cuando tengan uno o más octágonos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) entregó el 24 de septiembre a la Secretaría de Salud del Gobierno de México un reconocimiento por “las acciones concretas, innovadoras y con la habilidad de superar obstáculos en sus esfuerzos para combatir estas enfermedades”.
El nuevo etiquetado frontal entró en vigor oficialmente con el inicio de este mes de octubre. Las empresas tienen un plazo de dos meses para comercializar los productos sin etiquetar. A partir del 1 de diciembre, quienes no cumplan con la medida, serán acreedores a diversas sanciones.
Sobre este tema, la nutrióloga Fabiola Cárcamo compartió para Revista Net que la población debe ser responsable de los productos que adquiere y cómo lo consume, “el chiste es que busquemos una mejor alimentación, olvidemos la chatarra y consumamos más frutas, más verduras, suficientes cantidades de lácteos y cantidades moderadas de alimentos de origen animal”.
No todo cabe en un octágono
Para la nutrióloga las nuevas etiquetas tienen ventajas y desventajas para los consumidores. Por un lado, consideró benéfico que a las empresas ahora se les exija ser claras e informar la saturación de ciertas sustancias, y con estas advertencias, las personas pensarán mejor qué comprar. Pero esta información puede causar confusión.
Cárcamo explicó que con las modificaciones a la ley se reducirá la publicidad engañosa, en la que se mostraban productos como saludables pero que realmente tienen sodio o grasas en exceso, lo que puede beneficiar aún más a las personas que padecen enfermedades crónicas.
Pero entre las desventajas que notó la especialista fue que los sellos se aplican en todos los casos para porciones de 100 gramos, no menores, “no siempre vas a consumir esa cantidad como en el caso de las barritas, que consumes aproximadamente 25 gramos de producto, y al ver el sello te causará confusión y frustración. Esto reduce que solamente algunos expertos entenderán las leyendas”.
Aunque hay que esperar para conocer el impacto real de la aplicación de los sellos de advertencia es un gran avance. Los consumidores tendrán más elementos para decidir entre la variedad de productos que encuentran tanto en las tiendas de barrio como en las cadenas de supermercados.
Para la nutrióloga es importante que los consumidores comprendan que “el consumo esporádico de algún producto que cuente con todos los sellos no enferma, pero el consumo frecuente de alimentos altos en azúcares, grasas trans o saturadas, y sodio, sí afecta la salud”.
Fabiola Cárcamo dijo que la educación es importante, no solo para que las personas entiendan las modificaciones a la Ley de Salud y las razones por las que se implementan las medidas, también para que sean más conscientes sobre tener una buena alimentación e ir acordes con las recomendaciones de las organizaciones internacionales.
Cárcamo recomendó a los consumidores acercarse a una nutrióloga o nutriólogo en caso de tener alguna duda sobre el etiquetado y los riesgos que implican consumir en exceso sodio, calorías y grasas. “El objetivo siempre será buscar el máximo beneficio para las personas, que su salud no se deteriore y que tenga una vida longeva”.