
El nacimiento de un bebé debería ser siempre una experiencia maravillosa, tanto para la madre como para el bebé. Sin embargo, para miles de mujeres en todo el mundo, este acontecimiento podría significar un momento traumático y lleno de incertidumbre y para el bebé, que recién llega a este mundo, su mayor trauma de nacimiento.
En los últimos años ha surgido una inquietud entre quienes defienden la realización de partos de forma natural, con la mínima intervención médica y otros quienes confían más en todas las condiciones que podrían “garantizar” un alumbramiento seguro.
En la comunidad menonita, asentada en la región noroeste del estado de Chihuahua, ahí en el antiguo San Antonio de los Arenales, hoy Ciudad Cuauhtémoc, este tipo de inquietudes ya se han manifestado y, son las mujeres, las principales promotoras del cuidado y atención, tanto de embarazos, partos y lactancia, de la forma más natural posible.
Para las mujeres menonitas, hablar de violencia obstétrica no es un tema que les resulte del todo extraño. Se trata de un “maltrato normalizado de las mujeres y las personas que nacen en el entorno del parto. Un intento por controlar el cuerpo y las decisiones de una mujer, violando su autonomía y dignidad”, explica la organización Birth Monopoly, que promueve el conocimiento, la difusión de información confiable y oportuna para evitar la "falta de respeto y abuso", que muchas veces ocurre en las clínicas y hospitales en la atención de un parto.
“Yo crecí como menonita tradicional. En mi comunidad las mujeres no tienen otro rol que ser ama de casa y ser madres. Ser distinta al resto, siempre me hizo difícil llevarme bien, porque no era bien visto. Para poder llegar a convertirme en una partera profesional, me costó romper muchas barreras culturales”, explica Aggie Froesse, originaria de uno de los campos menonitas de Cuauhtémoc, quien narra algunas de sus experiencias como partera profesional, en medio de una fuerte resistencia cultural.
“Para mí poder hacer este gran trabajo, poder servir a mi comunidad en su propio idioma y ser parte de estas experiencias tan poderosas, como ayudar a traer un bebé al mundo, me enorgullece mucho y por eso decidí tomar este camino, porque realmente creo que es una habilidad con la que nací. Me apasiona y es muy satisfactorio”, asegura.

Aggie Froese, partera y Doula menonita
En la tradición menonita, la figura de la Doula o asistente del parto, había sido recurrente durante varias generaciones de familias, sin embargo, explica Aggie, “de un tiempo a la fecha notamos que había un gran número de intervenciones por cesárea, lo que algunas personas en la comunidad interpretaron como inusual”.
Esa observación les llevó a buscar asesoría en Estados Unidos para recuperar algunas de las prácticas tradicionales en desuso, que asistentes como las Doulas proporcionaban a las mujeres embarazadas y a punto de dar a luz.
La participación de una Doula, no representa en ningún modo la ausencia de un médico o asistencia clínica, por el contrario, una Doula acompaña a una mujer en parto y le asiste emocionalmente, lo que en una clínica común no ocurre, pues las mujeres en parto suelen quedarse a solas y en una cama, mientras esperan el alumbramiento. La Doula apoya también a la partera profesional y asiste en el momento del parto, pero bajo las condiciones que conllevan la naturalidad de un alumbramiento.
En 2015 una especialista profesional llamada desde Estados Unidos, Katia LeMone, fue invitada por la comunidad menonita para preparar a nuevas generaciones de Doulas y parteras profesionales.
Su conocimiento y experiencia, indica Aggie, le han llevado desde Estados Unidos, hasta África y ahora en México, para educar a las mujeres sobre cómo escuchar sus propios cuerpos y convertirse en madres de manera sana y natural con la ayuda de otras mujeres profesionales que asisten sus partos, respetando las prácticas ancestrales y empleando, solo si fuera necesario, elementos de la herbolaria.
Fue así como se creó en Cuauhtémoc The School of Midwifery con el auspicio de Earth Wise Doula para entrenar a parteras y Doulas para el servicio de la región.
Desde 2017 a la fecha, más de 20 estudiantes menonitas han completado los 16 módulos del curso para la formación básica de habilidades y certificación como parteras y Doulas profesionales, graduando al menos dos generaciones y ya van por la tercera.
También se creó en noviembre del 2016 el hospital Angelitos Birth Center, habilitado con salas especializadas para nacimientos, atendidas por parteras, Doulas y estudiantes de partería. El personal médico y staff ingresa ahí solo por invitación y usualmente para certificar el nacimiento del bebé y registro de sus huellas digitales.

“No podemos perder estas prácticas que nuestros ancestros por siglos usaron para traer a los futuros hijos al mundo. Tienen que existir “algunos disturbios” para hacer los cambios, tomar otro camino”, explica Aggie con un acento particular, característico de algunos menonitas multilingües, que conviven entre culturas e idiomas como: alemán, inglés y español.
El propósito principal para la formación y participación de Doulas y parteras profesionales en la comunidad menonita, es limitar el riesgo de intervenciones quirúrgicas, muchas veces innecesarias en algunas clínicas y hospitales, bajo el criterio de medidas obstétricas y en ambientes poco cálidos para madres e hijos.
A partir de la llegada de Katia LeMone a la comunidad menonita, según Aggie, han surgido muchos cambios. “Ella nos enseñó a todas nosotras, esto que supieron siempre nuestras parteras que ya no viven. Desde hace muchos años ya no se les permitía realmente trabajar a las parteras y fueron desapareciendo”, dice.
La joven partera destaca que es interesante que se le permitiera entrar a Katia LeMone, “porque la comunidad menonita no permite entrar gente tan fácil, pero ella fue invitada para ayudarnos por las altas tasas de cesáreas, que no son aceptables porque la mayoría de los menonitas todavía tienen familias grandes, y muchos desconfían del sistema de salud”.
“A veces siento que por el idioma y la falta de conocimiento se aprovechan de los menonitas, por eso tenemos las tasas de cesáreas tan altas. No debería ser más del 15 por ciento, de acuerdo con registros de la Organización Mundial de la Salud, pero las cifras aquí están muy altas”, señala.
Aunque no se tiene un registro detallado del número de cesáreas practicadas a mujeres de la comunidad menonita, la afirmación de Aggie, muestra un lado poco visible para la población en la actualidad: la necesidad de propiciar nacimientos más humanizados.

El sitio de información Evidence based Birth sobre el tema, detalla que en al menos 26 estudios aleatorios que evaluaron los efectos del apoyo continuo en el trabajo de parto de Doulas o parteras profesionales, en unas 15 mil personas al momento de dar a luz, mostró que estas fueron más propensas a conseguir un parto natural y sin el empleo de medicamentos para evitar el dolor; así como una notable disminución de las emociones negativas sobre la experiencia del parto.
Aunado a ello, la duración más corta del trabajo de parto y con menos complicaciones para el bebé.
En estos estudios, los mejores resultados ocurrieron cuando el apoyo continuo fue proporcionado por una Doula capacitada, alguien que no era un empleado del hospital y tampoco parte de la red social de la persona que daba a luz.
“Es preciso recuperar esa capacidad natural de las mujeres, como mamíferas y conseguir partos más naturales”, explica el médico obstetra francés Michel Odent, consultado para el documental “Mamíferas: el parto”, recomendado por Aggie.
“En un proceso involuntario como es el parto, lo que puede inhibir este proceso natural es la actividad del cerebro que piensa y eso es algo particular de nuestra especie, de hecho, la mejor manera de que el parto sea posible en la especie humana es hacer que aumenten las similitudes que tenemos con los otros mamíferos y entonces, cuando ponemos en reposo el cerebro que piensa, el neocórtex funciona lo más parecido a los mamíferos que paren con mayor facilidad que nosotros”, señala.
La misma Aggie explica cómo ha visto en su experiencia asistiendo más de 60 partos y dado seguimiento a los procesos de lactancia: la mujer que permanece en calma, con la mínima intervención de personal médico, genera una mayor cantidad de oxitocina, la hormona que promueve las contracciones y que, incluso, ayuda en la producción de leche para amamantar a su bebé.
“Ver a mujeres realizar el gran poder que tienen cuando deciden confiar en sí mismas al dar a luz y en su propio cuerpo, es cuando siento que he hecho mi trabajo con excelencia, que después de horas largas y un trabajo tan duro, tienen sonrisas en la cara; su autoestima sube y empiezan con más seguridad y confianza la vida de ser madre”, subraya.
Para mujeres como Aggie, dedicadas a promover y rescatar las prácticas tradicionales para la atención de embarazos, partos y lactancia en la comunidad menonita, no resulta sencillo.
“No podemos perder estas prácticas que nuestros ancestros por siglos usaron para traer a los futuros hijos al mundo”Aggie Froese, partera y Doula menonita
“Definitivamente hubiera podido escoger una ruta menos contra la corriente. En la partería siempre tenemos que ir contra la corriente; puede ser un terreno algo hostil, pues para muchos no es tan aceptada. Tuvieron que pasar muchas cosas para llegar aquí. Aún sigue siendo un tema tabú y no alcanza a comprender lo que significa tener un parto respetado, humanizado. En inglés también decimos, Respecfull Maternity Care”, dice.
Aggie forma parte de una nueva generación de mujeres jóvenes educadas en familias tradicionales menonitas que luchan por el derecho a vivir la experiencia de dar a luz, con la mínima participación de opiniones ajenas, deshumanizadas y muchas veces interesadas solo en la obtención de beneficios económicos a través de intervenciones quirúrgicas no indispensables y servicios médicos onerosos, sin contar toda clase de abusos y violencia obstétrica que se aplica a muchas de las pacientes.
“Nosotros intentamos que las mujeres entiendan que ellas no necesitan todas las intervenciones médicas. Si es un embarazo sano, es completamente natural. También se le acompaña si es un parto complicado, o incluso una cesárea, porque todo se trata del acompañamiento. El embarazo no es una patología y me gusta enseñarles a las mujeres a que pueden confiar en su cuerpo”, explica Aggie.
“Yo estoy enfocada, me apasiona mucho, me gusta mucho todo lo que tenga que ver con esto; así que creo que cada mujer debe disfrutar también con todo su derecho, de un parto humanizado y si es con la atención de una Doula o partera, creo que es lo mejor, aunque su médico esté presente. Como Doula y partera, cada bebé que nace es un poquito parte de mí. Un nacimiento es lo más cerca que llegas a estar de un milagro”, asegura emocionada.