Lima.- Alfredo Santiago revisa con frecuencia su celular y está atento a los mensajes de desconocidos que le piden que retire enjambres de abejas instalados en ventanas, parques infantiles e incluso nichos de los cementerios. Cuando suma varios pedidos alista un traje color claro de una sola pieza que le protege el rostro y el cuello, un ahumador con fuelle y una caja de madera.

Santiago es el único rescatista de abejas dispuesto a llegar de forma gratuita a cualquier punto de Lima, la desértica capital peruana.

“Es una labor voluntaria, algunos siembran árboles, otros recogen perros o gatos abandonados”, dijo Santiago, de 35 años, cuyos padres también son apicultores y de quienes heredó el amor por las abejas. “Yo soy el chofer, el que carga la caja, el operario, el que se cuelga con arneses, el que toma la foto y la sube a las redes”, afirmó mientras revisaba su automóvil verde oscuro con el que recorre la ciudad.

Esta semana condujo 84 kilómetros hasta una casa en el otro extremo de la ciudad en cuyo jardín se habían instalado más de 4 mil abejas. A fines de octubre trabajó durante una madrugada en la zona más alta de un edificio, a la que accedió usando arneses y sogas, y a inicios de ese mes subió a lo alto del pabellón de un cementerio para rescatar un enjambre instalado sobre un ataúd luego de que las abejas picaron a un hombre que había ido a enterrar a su madre en un nicho cercano.

“Las abejas siempre prefieren la madera, pero también lo hacen (las colmenas) en vidrio, en metales", indicó Santiago, quien recibe hasta 100 pedidos anuales para que se lleve enjambres descubiertos en parlantes abandonados, sillones destripados, neumáticos agujereados o incluso en los elevados faroles públicos.

Desde que empezó su activismo en 2020 afirma haber rescatado más de cuatro millones de abejas.

El apicultor comentó que pocos saben que las abejas son el polinizador clave del 75% de los cultivos alimentarios globales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y aseguró que en gran parte de los rescates las abejas son vistas como insectos dañinos a los cuales se quema, envenena, echa agua o asfixia sellando con cemento los lugares donde fundan sus colonias.

De cada 10 rescates solicitados, en la mitad terminan matando a las abejas de inmediato. “Llego al sitio y recojo abejas muertas, fumigadas, quemadas”, relató. “Me siento abrumado", dijo.

Algunos le recriminan por su demora porque piensan que es un funcionario estatal y otros sospechan que se enriquece con la miel que producen las abejas, pero Santiago aclara que “la producción de miel es mínima” porque las abejas no encuentran muchas flores en Lima, que tiene un déficit de casi tres millones de árboles, según el municipio capitalino.

“Lo hago por pasión, por defender a estos animales demasiado importantes para la naturaleza”, dijo.

Aunque en Perú existen unas 175 especies de abejas sin aguijón que habitan en la Amazonía, en la capital pegada al Pacífico viven las abejas de la especie Apis mellifera que tienen aguijón, explicó Santiago.

La vida de las abejas en Lima es difícil: “si es que logra sobrevivir una colmena la pasa mal debido a que no hay suficientes flores, no hay suficientes plantas, se sufre de contaminación del aire, de las fumigaciones de las escasas zonas agrícolas y encima tenemos al cambio climático”.

A veces cuando camina por las calles observa a algunas abejas posadas sobre una paleta de caramelo abandonada o absorbiendo gotas derramadas de bebidas azucaradas. Entre 109 ciudades de América con más de 500 mil habitantes, Lima es la de menor cobertura de áreas verdes, según el Lancet Countdown 2023, un informe basado en el trabajo de expertos, instituciones y organismos de Naciones Unidas.

“Es necesario que haya personas que puedan solucionar la presencia inesperada de abejas, porque podrían picar y afectar la salud de personas alérgicas”, dijo a The Associated Press José Cordero, un ingeniero agrónomo experto en apicultura. “Para las personas que no trabajan con abejas la presencia de miles causa temor”, añadió.

Matar abejas no tiene consecuencias en Perú porque no están incluidas en la ley de protección animal, que sólo ampara a vertebrados domésticos y silvestres en cautiverio. El Código Civil únicamente considera al insecto más importante del mundo una cosa, indicó Santiago.

En el amplio patio de su casa Santiago tiene más de dos decenas de cajas de madera de color verde donde viven más de 400 mil abejas que se están recuperando luego de ser rescatadas. En dos platos hay miel y de un grifo salen gotas de agua que caen sobre una madera para las abejas consuman. Cuando están recuperadas las lleva a una zona de arbustos en los Andes, a 232 kilómetros de Lima, donde sus ancianos padres han criado abejas por décadas.

Santiago recibe visitas programadas de escolares en las que explica la importancia de las abejas y comenta que estos insectos pueden batir sus alas unas 12 mil veces por minuto; que en una colmena siempre hay una abeja reina, un puñado de zánganos que no tienen aguijón y miles de abejas obreras, todas hijas de la reina, que trabajan sin cesar y no viven más de cuatro meses. También les cuenta que las abejas por lo general preparan la miel sólo en primavera —que en Lima se extiende entre septiembre y diciembre— y que distinguen muchos olores de flores y hasta personas. "Si sienten un humor de ataque se vuelven defensivas, pueden oler el miedo como el perro o si estás molesto”.

El joven complementa sus actividades de rescate con la venta de miel pura, mientras abunda la competencia desleal de productos adulterados con jarabe de maíz y caña de azúcar. Y ayuda a su esposa en la crianza de su hija de tres años a quien pronto comprará un pequeño traje de apicultor, parecido al de un astronauta.

Todos los rescates son publicados en las cuentas de Meta, Instagram y TikTok de “Rescate de Abejas Reina Fiorella Lima Perú”. Fiorella es en recuerdo de su hermana menor, una ingeniera ambiental con quien empezó el proyecto hace cuatro años y que murió en un accidente vial en 2022.

“Todavía siento su presencia en los rescates, cuando (ella) se fue me inspiré en salir más... siento que está ahí cuando las abejas baten sus alas, siento que me está mirando, que me alienta”, dijo.

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