Patricia Aragón: trabajar contra la violencia de género
Foto: Yvoné Vidaña

Ciudad Juárez.- La violencia en que vivimos cotidianamente nos lleva en ocasiones a no mirar con detenimiento lo que sucede a nuestro alrededor, perdemos los detalles de las agresiones, pasamos desapercibidas las miradas de las víctimas pidiendo ayuda, cerramos los oídos a los gritos silenciosos de quienes son agredidos.

Afortunadamente existen profesionales que prestan atención a esas personas cuya voz se encuentra perdida y les ayudan a buscar soluciones. Una de ellas es Patricia Aragón, parralense de nacimiento y juarense por adopción, quien labora como perito en la Fiscalía General del Estado (FGE) realizando evaluaciones psicológicas a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar y de trata de personas.

“Cuando terminé la secundaria en Parral, comencé a proyectar lo que quería hacer de mi vida, así que vine a vivir a Ciudad Juárez con una tía, para hacer la preparatoria y aprender inglés, quería ser química y mi papá, hombre visionario, habló conmigo, me sugirió estudiar una carrera en la que pudiera tener mi propia fuente de ingresos. En ese entonces se acababa de abrir la carrera de psicología en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y la profesión me gustó, aunque no quise ser la primera generación, la estudié en la Escuela Superior de Psicología”, me contó Patricia cuando quise saber cómo llegó a esa materia de estudio.

En esa época tuvo una maestra que laboraba en la Subprocuraduría, veía a los delincuentes, como Perito en Periciales, como Psicóloga Forense Jurídica, que es la especialista en la recolección, análisis y presentación de evidencia psicológica para propósitos judiciales, y esta rama de la psicología capturó su atención.

“En mis inicios trabajé en Casa Amiga de Esther Chávez Cano, fue mi primer contacto con la visión de la víctima en el marco del inicio de los feminicidios en esta frontera, traté el caso del tristemente famoso Campo Algodonero, estuve ahí cinco años compenetrándome y brindando soporte a las familias afectadas, al mismo tiempo abrí mi consultorio privado, siguiendo aquella recomendación original de mi papá y hacía periciales para un bufete de abogados, fue entonces que la Fiscalía de Género me llama”.

Patricia da clases de criminología y políticas públicas en la Escuela Estatal de Policía y en la Universidad Cultural y realiza evaluaciones psicológicas a mujeres víctimas de violencia y trata de personas. Me asombra saber que en Fiscalía puede llegar a atender 17 casos nuevos al día, siendo la violencia infantil el delito que más crece.
¿Cómo puede alguien vivir llevando encima la historia de abusos y sufrimiento de tantas personas?

"¡Tengo diez años tomando terapia para descargar toda esa carga emocional! Busco leer mucho, contenidos ajenos a la temática en que laboro, me gusta vivir feliz y me costó mucho asimilar que no puedo salvar a la víctima, es ella quién tiene que tomar la conciencia de ser salvada y trabajar en ello, yo soy un facilitador.

Cuando hablamos de los índices de violencia, los números me sorprenden: nuestra frontera tiene una incidencia de actos de esta naturaleza del 400 por ciento por encima de otras ciudades en el interior del país, de los cuales el 80 por ciento son cometidos por hombres contra mujeres de entre 14 y 30 años."
“La mayoría de ellas no tiene estudios encima de la primaria-secundaria, con un promedio de tres hijos y muchas son operadoras de maquila”, explicó Patricia, que cuando vio mi gesto, dijo más datos tristes: en 2019 se atendieron en su oficina 800 casos de delitos sexuales y más de 2 mil casos de violencia intrafamiliar.

¿Qué nos sucede como sociedad?, ¿cómo detener estas cifras alarmantes?
Hay que romper los patrones de conducta aprendidos por las víctimas, desaprender la forma en que se viven las relaciones de pareja, reeducarnos y perder el miedo de ir a terapia en busca de ayuda, atrevernos a decir: estoy mal, no puedo sola. Detectar los casos en que somos víctimas, no permitir la normalización de conductas inadecuadas por parte de los victimarios, hacerle caso a nuestro instinto que nos dice que lo que sentimos no está bien y actuar en consecuencia.

Sobre el creciente número de niños afectados, recomendó siempre creerle a los pequeños cuando nos hablan de que algo o alguien les está haciendo daño y “entender que todos, sin excepción, podemos llegar a ser un victimario. Los infantes no fantasean en estos temas, ellos usan las mentiras para salir de un problema, no para entrar en uno”.

Aragón, una de los once (sí, solo once) psicólogos forenses del estado de Chihuahua, cerró la conversación recomendándonos: “si conoces a alguien que sea víctima de violencia de género, hay que ser empáticos, no es su culpa, no cuestionemos sus decisiones, ofrécete a estar ahí cuando ella elija tomar las riendas de su vida y acompáñala”.

Urgió también a las nuevas generaciones de psicólogos a tomar esta especialidad, cuyo campo es actualmente vasto y con gran necesidad de profesionales en la materia.
“Si la víctima eres tú, busca ayuda en Fiscalía de Género, en asociaciones civiles, entre tus familiares y amigos, no te quedes, valórate, respétate y ten la seguridad de que #YoTeCreo”, concluyó esta mujer que dedica su energía a restaurar a otras mujeres y eso, para mí, la convierte en una heroína moderna. Gracias Patricia Aragón.

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