Los sacerdotes que integran el Consejo Presbiterial de la Diócesis de Tapachula, Chiapas, dieron a conocer el pasado 24 de julio un documento sobre su análisis de la actual realidad de Chiapas y también proponen lo que se debe de hacer, para superar la situación.
Afirman de manera categórica que la situación que ahora se vive en esa región del país es producto de la “complicidad” que existe entre el crimen organizado con la Guardia Nacional y el Ejército y también de la “complacencia” del gobierno estatal y federal ante lo que ahí ocurre. En su documento plantean una serie de acciones para distintos actores.
Al gobierno dicen: “seguimos esperando que intervengan para hacer lo que les corresponde: restablecer el estado de derecho en nuestras comunidades. ¿Qué necesitan para salir de su indiferencia y defender al pueblo que les tuvo confianza con su voto para que Ustedes cuidaran de él? ¿Hasta cuándo van a vivir tratando de esconder una realidad triste y dolorosa que nosotros vamos cargando día a día?”.
Y añaden que “les pedimos, les rogamos, les suplicamos, cumplan su deber y protejan a nuestro pueblo. No los necesitamos teniendo destacamentos que vivan entre nuestra gente solo como espectadores, necesitamos que intervengan y defiendan a nuestras comunidades que están viviendo una situación de esclavitud y sometimiento en pleno siglo XXI”.
A los sacerdotes y agentes de pastoral dicen: “agradecemos a Dios la labor desinteresada y muy cercana a nuestros hermanos de la Sierra que ustedes realizan. Mantengan la confianza en Dios y sigan haciendo su labor con el corazón abierto y preocupado por todos. No decaiga su ánimo. Que el odio y el rencor no lleguen a sus corazones. No les falte ánimo y fortaleza para estar cerca del que sufre. Todos nosotros, los que formamos esta familia diocesana de Tapachula, los alentamos y nos comprometemos a estar al tanto de Ustedes”.
A las comunidades dicen: “No nos dividamos entre nosotros ni nos regalemos por dinero al crimen organizado, siendo nosotros los opresores de nuestros hermanos. Veámonos, sintámonos, vivamos y cuidémonos como hermanos. Fortalezcámonos mutuamente y sostengámonos unos a otros. La unidad alimentará nuestra esperanza”.
Y a los integrantes de las comunidades que colaboran con el crimen organizado les dicen que “también ustedes son seres humanos, tienen familia e hijos, que el dinero no les impida ver el sufrimiento de sus hermanos. También ustedes son hijos de Dios, recuérdenlo siempre, honren a su Padre Dios y no lo avergüencen con sus acciones que provocan el dolor y el sufrimiento de sus hermanos”.
Los sacerdotes sostienen que el crimen organizado “nos amenazan y nos quieren someter al silencio para que, más allá de nuestro territorio diocesano, no se sepa ni se crea lo que estamos viviendo y sufriendo día a día. Busquemos la forma de contar nuestra vida, de decir nuestra palabra, de dar a conocer lo que vivimos. Muchos tenemos familiares y conocidos más allá de nuestra comunidad y de nuestro Estado de Chiapas, no nos quedemos callados, pidamos que nos ayuden a dar a conocer la historia triste y dolorosa de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestras comunidades”. Esta es su historia.
Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente las del medio de comunicación.