Dile a tu amo que en César, sólo manda César y nadie más. Julio César, emperador romano.

El Viejo, como todos los mexicanos saben, creó un movimiento social, n este México de gloria suma y por eso él, todo lo mueve a su antojo y determina (palomeo incluído), qué se debe hacer en el país y cuáles serán los gobernantes y funcionarios públicos, logrando con su labia, desde el principio de su sexenio y sin chistar, incorporar a los militares, al ejercicio del gobierno y empresarial. Qué tal.

Desde luego, sin el caudillo, morena se desmorona, se cae, se pulveriza, solo que en el caso de los mílites, falta ver si con el cambio de sexenio, estarían o estarán dispuestos a cederle a la nación, al país, a la patria, sus fueros y privilegios de que hoy gozan, gracias al hombre más poderoso que ha tenido México, en el gobierno.

Por qué escribimos lo anterior, por la sencilla razón de que el Viejo se tiene que ir de palacio nacional, aunque haya dicho, a voz en cuello, que a él no le salgan conque la ley es la ley y surge la pregunta: ido AMLO, ¿seguirá siendo el amo de Claudia?, porque los políticos, según definición que encontramos por ahí, son individuos sin principios, sobre todo cuando tienen el poder absoluto, como es el caso.

Después de la elección, el Viejo sigue siendo una sombra muy pesada para la doctora, la trae de aquí para allá y de allá para acá y la presidenta virtual, obedece y calla y los caprichos del amo, se siguen realizando y sólo él sabe qué es lo que el país necesita, mandando al diablo, como es su mala costumbre, a las instituciones nacionales, emanadas después de la Revolución de 1910.

Por ésto y otras cosas más, creemos que el autócrata de México, no le dejará el mando a Claudia y tratará, desesperadamente, de seguir siendo el poder tras el torno; no debemos dejar a un lado su famosa revocación de mandato con su eslogan: el pueblo pone y el pueblo quita y en un descuido, la que se va de la silla embrujada, será la científica, que aún no sabe dónde vivirá como la primera mujer, Presidente de México.

Al hombre de Tabasco, le duele hasta el alma, dejar Palacio Nacional, pero más le dolería el alma, si dejara el poder, pero para fortuna de México, el Viejo no podrá mandar al diablo, al demonio, a La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aunque su irracionalidad, producto de su soberbia, de su rencor, lo hagan creer que es un ente insustituible.

Veremos qué pasa con Claudia Sheinbaum Pardo, en el primer año de su gobierno. Logrará imitar a César. Vale.

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