Nueva York.- En sus primeras dos horas, “The Substance” (“La Austancia”) es una película bien hecha y entretenida. La guionista y directora Coralie Fargeat deleita al público con una fuerte dosis de comentarios sociales mordaces sobre la discriminación por edad y el sexismo en Hollywood, con una cucharada de horror corporal bañado en azúcar y chispas.
Pero el tercer acto deliciosamente desquiciado, sangriento e inevitablemente polarizador de la película es lo que la hace inolvidable.
Lo que comienza como una película de ciencia ficción que induce al terror, pero es relativamente aceptable, se adentra en el absurdo y la violencia, y finalmente estalla, literalmente, convirtiéndose en una película de monstruos en toda regla. Deja que el espectador decida quién es el monstruo.
Fargeat, quien ganó el premio al mejor guion en el Festival de Cine de Cannes de este año, ha expresado su reverencia por el director de “The Fly” (“La mosca”), David Cronenberg, y los fans del padrino del horror corporal verán su inconfundible influencia. Pero “The Substance” también es totalmente única y se beneficia de la perspectiva de Fargeat, que, según la cineasta francesa, ha implicado una extensa lucha con su propia relación con su cuerpo y el escrutinio de la sociedad.
“The Substance” cuenta la historia de Elisabeth Sparkle, una famosa instructora de aeróbicos con un programa televisado, interpretada por una poderosamente vulnerable Demi Moore. Sparkle es despedida en su cumpleaños número 50 por un ejecutivo despiadado: un Dennis Quaid perfectamente elegido, que da en el clavo de manera sórdida y asquerosa.
Sintiéndose rechazada por una ciudad que alguna vez la amó y desesperada por su antiguo poder de estrella, Sparkle se entera por un apuesto enfermero joven de una droga del mercado negro que promete crear una versión “más joven, más hermosa, más perfecta” de su usuario. Aunque inicialmente tira el número de teléfono a la basura, pronto lo saca en pánico y hace un pedido.
La única regla es que Sparkle y su versión mejorada, interpretada por Margaret Qualley, deben intercambiar funciones cada siete días. Así que, durante una semana, la Sparke de 50 años está obligada a despertar y hacer su vida y a la semana siguiente es el turno de su versión joven. Pero el encanto de la juventud y un trasero hecho para la televisión resulta demasiado fuerte para resistirse a intercalar semanas, ¿qué es lo peor que puede pasar si se queda uno o dos días más?
La cinematografía de Benjamin Kracun, particularmente sus tomas de ángulo bajo y primeros planos que recuerdan a las películas de David Lynch (otro cineasta al que Fargeat atribuye haber influido como directora), captura con maestría la claustrofobia y la ansiedad omnipresentes que existen incluso cuando Sparkle está en el cuerpo de su mejor yo.
También evoca a Lynch la convincente construcción de Fargeat —entre la moda, la arquitectura, los aeróbics y los fármacos altamente avanzados que replican células— de una especie de mundo atemporal.
Dado que el horror corporal ha estado de moda en los festivales, con “Titane” de Julia Ducournau y “Crimes of the Future” (“Crímenes del futuro”) de Cronenberg que también se estrenaron en Cannes en los últimos años, podría ser fácil descartar esta película como otro filme que aprovecha el espíritu de la época.
Pero “The Substance” se resiste a perderse en esa confusión.
Lo que quizás sea más impresionante es el hecho de que, en sus 140 minutos de duración, la película nunca se siente como si se estuviera alargando. Fargeat redobla su apuesta hasta el último segundo de la película, con una escena final asombrosamente desquiciada que sigue siendo de alguna manera conmovedora.
Si hay que criticar la película, es que la sátira y las caricaturas son un poco pesadas, y la mayoría de los personajes masculinos son unos misóginos no tan sutiles. Pero esa exageración es parte de lo que la hace tan divertida.
“The Substance”, un estreno de Mubi, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por su fuerte contenido violento, sangriento, gore, desnudez gráfica y lenguaje. Duración: 140 minutos. Tres estrellas y media de cuatro.