Río de Janeiro.- El sonido empieza a hacer estallar los tímpanos y a estremecer los huesos antes incluso de que se acerquen los altavoces, montados en grandes camiones que se abren paso sigilosamente entre la multitud que abarrota el Carnaval de Brasil.

Los enormes camiones de sonido, conocidos como tríos eléctricos, son una innovación brasileña que amplificó la música y la eliminó los puestos de primera fila, haciendo el Carnaval más accesible. En las siete décadas transcurridas desde que el primero de ellos pisó las calles del país, se han convertido en un elemento clave de la popular fiesta anual que saca a millones de personas a la calle. La oda del cantante Caetano Veloso a estos vehículos que hacen temblar la tierra proclamaba que la única gente que no los seguía debía estar ya muerta.

Desde Salvador, en la costa noreste del país, los tríos se extendieron a todo el país y encontraron más discípulos: una cuenta en Instagram que publica videos aparentemente banales acerca de las plataformas cuenta con alrededor de 150 mil seguidores y los aficionados elogian los méritos de cada trío. La evolución los ha llevado a ser más grandes y sofisticados que nunca, con luces, pantallas de led, camerinos y zona VIP.

Su atractivo nunca ha sido únicamente su potencia. Su firme y constante avance significaba que cualquiera, rico o pobre, podía acercarse lo suficiente a la música como para sentirla palpitar en su cuerpo, dijo Isaac Edington, coordinador de las fiestas en Salvador y director de su agencia de turismo.

Helen Salgado, una actriz de 31 años, viajó a Salvador desde Rio para sumergirse en los océanos de gente que se movían en torno a los tríos en las celebraciones previas al inicio oficial del Carnaval el sábado. Según contó, alcanzó el éxtasis sin consumir ni una gota de alcohol.

"¡Fue muy ruidoso... y maravilloso!", contó Salgado por teléfono, riendo. "Creo que por eso hay tanto frenesí: el sonido te domina y te embriaga".

Pero mucho antes de que estos muros de sonido tomasen Brasil al asalto, hubo un Ford.

Era un Modelo A de 1929 — el sucesor menos conocido del Modelo T — importado de Estados Unidos a Salvador. Durante años, el metalúrgico Osmar Macedo utilizó el descapotable para transportar hierro.

En 1950, Osmar, como se le conoce universalmente, y su amigo Dodô, un técnico de radio y músico aficionado como él, equiparon el Ford con dos altavoces y conectaron su guitarra y su cavaquinho a la batería del auto, contó Aroldo Macedo, el hijo de Osmar, a The Associated Press.

Con el guadabarros abollado y la pintura granate desconchada, recorrieron las calles tocando música y haciendo las delicias de los participantes en el Carnaval, que saltaban y bailaban a su paso, contó Macedo, de 65 años.

Repitieron al año siguiente, esta vez con un tercer músico, por lo que se hicieron llamar Trío Eléctrico.

El término caló y se aplicó a todos los escenarios móviles que recorrían Salvador, la capital del estado de Bahía. Poco después, los tríos se convirtieron en la pieza central del Carnaval en la ciudad.

En ellos comenzaron a actuar los mejores artistas de Bahía, como Veloso, quien en 1972 se subió a uno construido especialmente para él que simulaba una nave espacial. Se convirtieron en la plataforma de lanzamiento para la carrera de músicos como Daniela Mercury, Ivete Sangalo y Margareth Menezes, la actual ministra de Cultura del país, quien afirmó que el trío es "uno de los grandes inventos de Brasil".

"Fue una gran revolución en el Carnaval del pueblo, el Carnaval de la calle", dijo Menezes por teléfono desde Salvador, donde prepara el Trío de Cultura en el que participará junto a Gilberto Gil y Chico César. "Todo el mundo quiere moverse al ritmo del trío eléctrico".

Ese espíritu popular está en el corazón del Carnaval, que no solo consiste en dejarse llevar, sino que también representa la subversión al orden establecido, y las fiestas callejeras itinerantes, que son una manifestación del pueblo toma el control de la ciudad.

Los tríos de Salvador sirvieron de guía para Río ante la reaparición de las celebraciones callejeras luego del final de la dictadura militar en 1985, según Rita Fernandes, presidenta de la asociación Sebastiana, que organiza algunas de las fiestas más tradicionales de la ciudad.

Rick Sound, de Rick Mello, pone los tríos en más de dos docenas de fiestas callejeras en Río, además de alquilar los camiones a las escuelas de samba que ensayan para el tradicional desfile en el Sambódromo. En enero, 11 tríos esperaban estacionados a duras penas en su almacén, pero apuntó que no podía realizar las pruebas de sonido completas en el interior porque el estruendo, que alcanza los 180 decibelios, podría reventarle un tímpano.

"Comparado con Bahía, esto es un Volkswagen Beetle", dijo Mello, refiriéndose a su camión más grande, equipado con 60 altavoces. "Pero algún día lo conseguiremos".

Quizás el más conocido de todos los tríos fue el Dragón. La banda salvadoreña Asa de Aguia (Ala de Águila) actuó en él durante años y lo inmortalizó en una canción como "el trío eléctrico más grande del planeta".

Pero el Dragón era difícil de manejar. Sus 30 metros (98 pies) de largo hacían que tomar las curvas fuese toda una hazaña, y sus 5.5 metros (18 pies) de altura, solían hacer que se enganchase en los cables y derribara postes eléctricos cuando viajaba a Río o Sao Paulo para actuaciones, explicó José Mario Bordonal, cuya empresa lo adquirió hace una década.

Bordonal y sus hermanos abrieron su empresa para construir camiones de sonido en Cravinhos, su pequeña localidad natal en el interior rural de Sao Paulo.

Su primer trío revolucionó el panorama hace unos 35 años, con una desenfrenada fiesta callejera para la clase obrera que atrajo incluso a los más adinerados, que renunciaron a una velada privada de Carnaval, dijo Bordonal. La policía, y el organizador de aquella fiesta, estaban furiosos.

Casi un cuarto siglo después, el Dragón volvió a causar conmoción.

"Cuando llegó a Cravinhos (...) tomó la primera calle y derribó dos postes al instante", dijo Bordonal.

Modificó sus ejes para facilitar que tomara las curvas y redujo su altura, aunque lo alargó hasta los 34 metros (111 pies). Bordonal acabó vendiéndolo, pero construyó uno más grande cuyos 200 altavoces animaron la mayor fiesta callejera del Carnaval de Sao Paulo el 4 de febrero — y tiene planes para hacer uno aún más grande.

Pero la vasta flota existente Salvador hace que su reinado no tenga competencia. Durante este Carnaval, unos 70 tríos se abrirán paso entre las multitudes cada día, dijo Edington. Río tendrá casi el mismo número, pero durante toda la fiesta, según su oficina de turismo.

En un homenaje a los impulsores de los tríos, las dos principales rutas para estos vehículos en Salvador se llaman Osmar y Dodô, y una réplica de su Ford aparece en lo alto de una de las gigantescas plataformas.

Para cerrar el círculo con aquel Ford importado que se convirtió en el primer trío brasileño, la cantante Claudia Leitte está en proceso de enviar uno de estos camiones a Estados Unidos.

Leitte, quien una vez pasó siete horas seguidas cantando sobre uno, quiere llevar un Carnaval al estilo de Salvador al Ocean Drive de Miami.

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