Elucubremos: El toreo requiere valor, valor sereno, no valentía, porque ésta no deja nada bueno, salvo percances; el toreo, como todo oficio humano, requiere de sacrificio, hay que sufrir para merecer, pregúntesele a Fonseca; el toreo es verdad, porque todo lo que sucede en el ruedo, es muy diferente a lo que sucede la cancha deportiva y se paga un boleto cara para ver, precisamente, esa verdad del toreo, que se convierte en arte, en aroma, en esencia y en cultura, pues.

Hace días en España, se realizo La Cuarta Edición de una Copa (?), que la gana el triunfador que resulte de un serial al que les dio por llamar Liga (?) Nacional de Novilladas. Como si la bella fiesta fuera deporte, por eso como "escrebidores", no nos ha llamado la atención la dicha Copa y menos si hay atracos contra los de acá, pues según los que estuvieron en ese serial taurino, la copa Chenel (el titulito nos cayó en los puros dídimos, que otros colegas llaman "egges", para no escribirlo en lenguaje coloquial por pura pena, penita, peena, pena de mi corazón.

Dicen lo que saben de copas ¡salú!, que el triunfador de la Liga de las Naciones o Copa Chenel, para estar más a tono, fue el mexicano Luis David Adame, pero que por esas cosas raras que tienen los toros, o mejor dicho la fiesta brava, para que no sean mal pensados, el premio de marras, se lo dieron al hispano Víctor Hernández.

Son unos cuernos estilizados que semejan una copa y el premio está dado y no hay recurso legal alguno para reclamarlo; en fin, el torero de allá se lo llevó; Luis David, para variar, se quedó chiflando en la loma y así contestamos una pregunta de un colega y mejor amigo hidrocálido, quien nos preguntó, que por qué no habíamos escrito algo sobre el tema.

España para los españoles, Europa para los europeos y México para... los extranjeros. Vale.

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