Nada es tan bajo y vil como ser altivo con el humilde. Lucio Anneo Séneca. Filósofo romano.

Como viene la noche del 15 de septiembre y el patrioterismo chabacano también nos invade como buenos majacanos, vamos a escribir la colaboración semanal, porque... sabedores de que nos vamos a desbocar con la mexicana alegría y que ya entequilaos y encervezaos, vamos a gritar a voz en cuello ¡Viva México, hijos de... María Santísima!, trataremos de ganarle tiempo al tiempo, porque con la cruda que nos vamos a cargar, no vamos a tener ánimo ni de abrir la "compu" y quizá a duras penas, veamos como cada año, vía "tivi", el desfile militar, aunque esta H. Institución, por órdenes del Inquilino de Palacio Nacional, haya sido humillada y desarmada en varias ocasiones por el pueblo bueno, porque este gobierno, jamás de los jamaces, será represor. ¡Olé!.

La semana pasada, la mala nota no la dio una "seño, pa no errarle", que se identificaba cobrando en el gobierno federal, como directora de una unidad oncológica o algo parecido, en el Centro Médico Siglo XXI, de la hoy ciudad de México, donde la inseguridad es terrible, no obstante el optimismo de su anoréxica gobernante, en el sentido de que como su Jefe AMLO, todo va bien. Qué bien.

Esta altiva mujer de no malos bigotes, según la foto de la prensa, responde, hasta el día de hoy, al nombre de María de Jesús Nambo Lucio, pero ni por los nombres que lleva, posee amor y humildad por los desvalidos, los enfermos, los indefensos, los derecho-habientes, que son los que le pagaban, vía impuestos, sus emolumentos que, nos imaginamos, no eran nada raquíticos, salvo prueba en contrario.

Escribimos lo anterior, porque según la nota periodística, los familiares de un enfermo de cáncer, se acercaron a María de Jesús Sacramentado (esto lo agregamos nosotros por nuestras pistolas), para que los ayudara en el tratamiento o trámites correspondientes, para darle una mejor calidad de vida al paciente y Mari, altiva como hermosa, dijo como buena directora, en horrible fruición, palabras más palabras menos, a dichos familiares: Que lo mejor para ellos y su enfermo, era que se fuera a morir a su casa.

No sabemos si la actitud de María, María, Mariquita mía, se debió a algún problema personal, familiar o sentimental; pero de que la doña estuvo mal, estuvo mal y seguros estamos que si el enfermo hubiera sido su jefe o algún familiar de él, los hubiera atendido hasta cayéndose de boca y... otra vez: Jamás de los jamaces, le hubiera dicho que se fuera a morir a su casa, porque la diabla, bien sabe a quién se le aparece.

Cosas veredes Mio Cid o de la pigmentocracia. ¡Viva México! Vale.

Por: Cuauhtémoc Monreal Rocha

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