Dos días y sus noches duró la celebración familiar en este largo fin de semana: causa, motivo, o razón, de ello, fue que a la distinguida Señora Manchega, se le ocurrió echar al costal de la vida, un año más; aquello estuvo de locura y ahorita, en pleno lunes, estamos sufriendo las consecuencias, pero eso sí, ya lo bailao nadie nos lo quita.

Atolondraos le entramos al tema taurino semanal, recordando, gracias a la historia taurina, primero: Que en el lejano año de 1940, ya se había iniciado, un año antes, la Segunda Guerra Mundial y nosotros, acabábamos de nacer en el gitanísimo barrio de San Joaquín, en la otrora capital de Atenas, Torreón, Coah, también conocida como "La Perla de la Laguna".

Segundo, en el año citao, allá en el Distrito Federal, en la colonia Condesa, existía la plaza de toros "El Toreo" y por esas fechas, un torero que apenas era una brisa y no un ciclón, tomó la alternativa, Carlos Arruza, de manos del "Maestro de Saltillo", Fermín Espinosa, y, presenciando la ceremonia como testigo, Paco Gorráes, teniendo el toro como nombre "Oncito", de la famosa ganadería tlaxcalteca de Piedras Negras.

Para su mala suerte, Arruza sufrió una fuerte corná en el muslo derecho de la cual pronto se recuperó pese a la época y siguió su periplo taurino como torero de a pie, donde logró ser Figura del toreo y por ello se le bautizó como "El Ciclón", para después ser rejoneador, hasta su trágica muerte.

Nada escribimos sobre la corrida de rejones del domingo 17, porque no tuvimos tiempo de verla en la televisión por andar en el jolgorio, donde abundó la comida, la bebida, el café y el pastel, así como una mesa de dulces para lo críos, que se dieron vuelo, cayendo rendidos por la noche. Vale.

Compartir:
Publicidad
Enlaces patrocinados