En la década de 1980, el comandante Daniel Ortega, entonces presidente de la junta que gobernaba Nicaragua, después del triunfo de la Revolución Sandinista, abusaba sexualmente de una menor, la hija mayor de su entonces compañera, Rosario Murillo, con el consentimiento de esta.
Era algo que se sabía en los círculos altos del gobierno y también del partido, el FSLN. Se veía como algo “normal”. En esos años viví en Nicaragua y me tocó estar en reuniones, en casas de ministros, donde se hablaba del tema, sobre todo las mujeres, pero no había juicios de condena contra Ortega.
Que el presidente Evo Morales, en Bolivia, ha abusado sexualmente de menores es algo que saben los integrantes del gobierno que presidió, la dirigencia de su partido, y amplio sector de la sociedad boliviana, pero nadie decía nada. Se asumía como algo “normal”.
El reconocido intelectual boliviano, Carlos Toranzos, que vivió en México en los años de la dictadura en su país, fue profesor de la UNAM y enseñó El Capital de Marx, escribe El límite de la inmoralidad (Brújula, digital.net 11.11.24) donde plantea que “quien comete estupro, comete delito penal y debe ser llevado a la cárcel; el que comete trata de personas, de niñas con objetivo sexual, también debe ser juzgado e ir a prisión. El que está acostumbrado a la pedofilia, por lo menos debería tener una sanción moral”.
Y añade “durante más de una década Bolivia sabía que eso sucedía con el Jefazo, ¿por qué no se hablaba públicamente del tema, o por qué eran pocos los que señalaban los delitos? Simplemente porque el caudillo era el dueño del poder y quien señalaba sus delitos era juzgado y debía purgar sus palabras acusadoras en la cárcel; el poder lo blindaba a Morales”.
Continúa, “pero, Morales no actuaba solo, era secundado, apoyado por decenas de obsecuentes que facilitaban sus delitos, que ocultaban pruebas de las obscenidades de Morales. Sí, eran muchos ministros y ministras, líderes sociales, dirigentes cocaleros y de sus movimientos sociales los que oficiaban de alcahuetes de los delitos penales del presidente de la República”.
Pero también “había otros cómplices, muchos padres y madres de niñas, en especial del Chapare que eran entregadas al Jefazo para que éste cumpla sus aberraciones, esas entregas tenían un precio, la entrega de favores políticos y económicos a esos padres y madres que incurrían en trata de personas al entregar a sus hijas al Jefazo”.
“Muchos de los dirigentes cocaleros no se inmutaban sobre el tema porque decían que en las comunidades originarias es algo normal la entrega de niñas a viejos dotados de poder. Hay que aclarar que el Chapare no alberga a comunidades originarias e indígenas, al contrario, se trata de centros urbano-rurales de campesinos mestizos que sí deberían entender la violación de las leyes por parte de Morales”.
Y afirma Toranzos “pero su silencio y complicidad está explicada por la ceguera política e ideológica de apoyo a un líder manchado de aberraciones sexuales, pero, ante todo, se explica porque ese presidente les otorgaba facilidades para seguir negociando la coca, moviéndola libremente como parte del circuito coca y cocaína. Es decir, que el narcotráfico dice presente en esta trama de delitos”.
Termina su artículo: “¿Por qué ahora todos hablan de los delitos sexuales de Morales? ¿Hubo una revolución moral en toda la sociedad boliviana? No, simplemente eso sucede porque Morales y sus obsecuentes ya no poseen el poder de antes y no pueden seguir ocultando lo que hizo durante su gobierno, sucede también porque las pugnas internas dentro del MAS, llenas de inmoralidades, facilitan los datos para que todos sepan cómo operaba la violación de las leyes por parte de Morales”. ¿Evo Morales será juzgado y llevado a la cárcel?
@RubenAguilar
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