Hay una frase que se hizo muy popular, entre los especialistas que se dedican a estudiar a las familias.

“Todas las familias felices se asemejan; cada familia infeliz es infeliz a su modo”.

Con esta frase inicia la novela Ana Karenina, publicada en 1877 por el escritor ruso León Tolstói, la cual ha tenido una importante influencia en ámbitos más allá́ de la literatura; el caso lo tenemos con el biólogo estadounidense Jared Diamond, quien denominaría el “principio de Ana Karenina” al conjunto de las cuatro condiciones, que las especies animales deben cumplir sin excepción, para poder ser domesticadas que son: dieta, reproducción, carácter y rapidez de crecimiento.

Curiosamente si falla una sola de ellas no se podrá domesticar.

Diamond escogió ese nombre en particular, para denominar a su principio, pues, según él, a las familias felices les pasa lo mismo: si les falla una de estas condiciones, dejarán de ser felices.

Por esta razón, cuando las familias cumplen con estos requisitos, son felices; pero las que no lo son, es porque falla alguno de ellos, por este motivo experimentarán un sentimiento particular de “infelicidad” de tal forma que cada familia es infeliz “a su modo”.

Sin embargo, para otros especialistas, las familias “perfectas” que cumplan con todos los requisitos de felicidad, es considerado como una utopía, ya que simplemente no existen.

También hemos de referir, que la definición que tenemos de familia en nuestro país, está influenciada por una imagen idealizada de los personajes y productos sobre todo de Estados Unidos, que nos inundan con modelos que no se adaptan a la vida real que tenemos en México.

Entender esta “realidad” nos ayuda a definirnos como individuos, pero lo más importante de aceptar a nuestras familias de origen.

Sin temor a equivocarse; la felicidad siempre será una decisión personal, no una cualidad colectiva. Por supuesto que para lograr este propósito influye la “calidad” de las relaciones que establecemos con las personas más cercanas.

Porque tener familia sin tener dolor, es una verdadera fantasía; ya que vivir en la felicidad eterna es una irrealidad; porque no hay padres perfectos, ni hijos sin problemas.

¿O acaso se estudia para ser padre o madre de familia?

Tal vez muchos incurrimos en el engaño, por presumir de tener o pertenecer a una familia honorable y feliz.

O en su caso, nos damos el valor de manifestar que, en la familia tenemos serios problemas los cuales no nos permiten lograr la felicidad anhelada.

Recordemos que generar relaciones sanas es una responsabilidad personal y un trabajo que debemos hacer todos los días.

El querer ser felices, dependerá de nuestra propia decisión de vida.

Por otra parte, podríamos tener familiares “incomodos” con poca o nula responsabilidad, que exigen derechos no ganados ni otorgados.

Este escenario se conoce como “el delirio de la fusión familiar”.

En la novela, Ana se suicida al ver que no consigue la relación que ella había imaginado tener con su amado.

Así que, en la vida real la recomendación es tener mejor comunicación y hacer que las cosas sucedan.

O acaso usted y un servidor necesitamos a un gurú, un brujo o un chamán, de esos que se anuncian en televisión, asegurando que nos van dar la felicidad eterna, o nos van a regresar el amor que perdimos cuando íbamos al kínder, o que nos van sanar de todos nuestros males.

“Bueno toda consulta causa honorarios”

En fin, recordemos que el concepto de felicidad es muy relativo, la definición la tendremos de acuerdo a la edad, cultura costumbres y tradiciones del lugar donde nacimos o donde vivimos. Lo interesante es mirar a nuestro alrededor y percatarnos de que muchas personas, no son precisamente felices.

Por otra parte, las familias felices lo son, porque aprenden a superar las dificultades, porque reconocen los problemas y buscan soluciones, porque asumen que la felicidad no es una condición dada, sino una disposición para favorecer y fortalecer la unión entre los integrantes de la familia.

Así que estimado lector me atrevería a preguntarle

¿Usted tiene una familia feliz?

¿O tiene experiencias felices que ha compartido con su familia?

La intención es reflexionar en la frase inicial y en el eco que puede tener una idea como ésta, en la vida de las personas, conozcan o no la novela de Tolstoi.

¿Será cierto?

Compartir:
Publicidad
Enlaces patrocinados