
Ciudad Juárez- Esta fronteriza Ciudad Juárez siempre ha tenido un lugar para su lucha libre. A lo largo de los años ha estado ahí para todos junto con el beisbol. Con ella han ido y venido nombres, luchadores, personajes, máscaras y cabelleras. De todas las personalizades que han desfilado por los círculos cuadrados, pocas han sido tan icónicas como la de Edilberto “El Chato” Chávez.
Oriundo de Zacatecas y llegado a la localidad durante la segunda mitad de los años 50. Un apasionado por la información deportiva, presencia habitual en las carreras de automóviles y del deporte motor. Hombre que no dormía y se le entregaba a su profesión las 24 horas del día, los siete días de la semana y las 365 jornadas del año.
“Mi papá no dormía. Yo me levantaba al baño o a tomar agua a las dos, tres de la mañana y lo veía haciendo recortes de las revistas nacionales de deportes y escribiendo, nomás se escuchaba el tecleo de la máquina de escribir. Era un hombre sumamente trabajador, tenía una facilidad de palabra extraordinaria”, recuerda Hugo Chávez Ventura, hijo del Chato.
Voz de incontables combates en el fino arte del pancracio, ídolo del micrófono y pareja de Julio Quiroga. Aquel que concibiera la frase por la que se le recuerda “No estoy loco Chato, no estoy loco”. Vio pasar por el ring a figuras como Flama Roja, Rocky Star, Konnan, Cinta de Oro, Hermes e incluso, fue de los primeros presentadores en arrimar los micrófonos a uno de los más grandes estandartes del deporte espectáculo chicano: Eddie Guerrero.
“Mi papá tuvo muchos compañeros, hizo dupla con Flama Roja, en el ring se subió con Hermes porque también fue luchador. Pero la mejor pareja fue con Julio Quiroga, no hubo mejor duo que el de Quiroga que no estaba loco”, añade Chávez.
Los mil y un recortes del cronista formaron cuadernos, más de 100 de acuerdo con las estimaciones de su hijo. Por lo menos la mitad de estos, viven por y para siempre en el Salón de la Fama de la Lucha Libre de Ciudad Juárez, dentro de la colonia La Chaveña.
“Fue también una persona muy temeraria. El se ponía con el micrófono en la línea de meta de la Carretera Paramétrica para que se escuchara el ruido de los carros en la llegada. Tenía mucho conocimiento general además del deportivo que era su especialidad, que también tuvo programas de variedad y fue conductor de otros espacios”.
El recuerdo del destacado cronista, con más de 30 años de trayectoria antes de fallecer en estas tierras vive por siempre en la memoria de quienes lo escucharon. De los luchadores que lo vieron, pero, más que nada, en el estilo. Irrepetible e inconfundible.
“Para mí el legado más grande de mi papá es su estilo. Esa facilidad de palabra que tenía, que te podía sacar datos de la memoria casi al instante, era muy inteligente a pesar de no haber tenido una educación formal. No ha habido, ni creo que haya en Juárez, por lo menos yo no lo he escuchado. Alguien que se parezca ni que pueda representar lo que representó mi padre”, remata Chávez Ventura.