Ciudad Juárez- La fronteriza Ciudad Juárez siempre ha mantenido relación con sus ruedos y sus toros. Por aquí han pasado grandes matadores: desde Arturo Macías “El Cejas” hasta el mismísimo Manuel Laureano “Manolete”. Ninguno, sin embargo, con tanta mística (Ni tan desconocido quizás), como David Renk “El Texano”.
Nacido en El Álamo Texas en 1963, hijo del señor Fred: un novillero que nunca fue matador pero que lo llevó desde temprana edad hasta estas tierras para ver corridas en la Monumental Plaza de Toros Alberto Balderas.
Fue ahí mismo donde el espigado joven se formó en la tauromaquia y se convirtió en matador apenas a los 18 años, tomando la alternativa de manos de Fermín Espinosa el 19 de abril de 1981. Es el único oriundo del país de las barras y las estrellas en ganarse la chaquetilla dorada en el coso de la zona Centro.
“Siempre quiso ser matador, el no jugaba futbol ni basquetbol, el quería torear. Yo recuerdo esa noche y no me lo esperaba así. No me esperaba ver toda la plaza llena hasta las banderas por mi hijo, es de las cosas más impresionantes que he visto, siempre me va a llenar de orgullo”, cuenta para Net Noticias Fred Renk, padre de El Texano.
La vida y el haber elegido el burlar a la muerte como profesión lo vieron volver a Juárez en tres ocasiones más, cortando dos orejas y un rabo en el proceso. Todo esto, cabe señalar, después de haber hecho la gesta doblemente histórica de confirmar la alternativa dentro de la Plaza México en 1983, único americano en la historia con dicha condecoración.
“Yo tuve que pagar todo, toros, traje, banderillas, sables, a la cuadrilla. Todo por que a mi hijo lo discriminaron, creo que me gasté como 30 mil dólares en tres días. Pero no me importó, yo quería que mi hijo toreara, que cumpliera su sueño, gracias a Dios lo logró”, añade Renk.
El hijo pródigo de El Álamo se retiró en 2001, se convirtió en entrenador de novilleros en el rancho de su señor padre, ubicado en el condado de Starr Texas. Pionero en el fino arte del “Bloodless Bullfighting” (Corridas de toros sin sangre), diseñadas para los Estados Unidos, donde los bovinos terminan en el rodeo, no con banderillas clavadas en el lomo.
Partió de este mundo en 2018 a los 55 años de edad, víctima del Síndrome de Marfan con el que nació, pero que nunca le impidió presumir clase con la muleta ni quedar en los libros de historia de la tauromaquia fronteriza.