Moscú.- Familiares y amigos de las personas que seguían desaparecidas tras un ataque que mató a más de 130 personas en una sala de conciertos en un suburbio de Moscú esperaban noticias de sus seres queridos, mientras Rusia guardaba un día de luto nacional el domingo.

Se cancelaron los eventos en instituciones culturales, se bajaron las banderas a media asta y se suspendieron los anuncios y el entretenimiento en televisión, según la agencia estatal de noticias RIA Novosti. Un río constante de gente llevaba flores a un altar improvisado cerca de la calcinada sala de conciertos, formando un montículo de racimos.

“La gente iba a un concierto, algunas personas vinieron a relajarse con sus familias y cualquiera de nosotros podría haber estado en esa situación. Y quiero expresar mis condolencias a todas las familias afectadas aquí y quiero rendir homenaje a estas personas”, dijo a The Associated Press Andrey Kondakov, uno de los dolientes que acudió a depositar flores.

“Es una tragedia que ha afectado a todo nuestro país”, afirmó Marina Korshunova, empleada de una guardería. “Ni siquiera tiene sentido que este acontecimiento haya afectado a niñitos”. Entre los muertos hay tres niños.

El ataque, que ha sido reivindicado por una filial del grupo extremista Estado Islámico, fue el más letal en suelo ruso en años.

Mientras los rescatistas seguían buscando en el edificio dañado, algunas familias seguían sin saber si sus parientes que fueron al evento atacado el viernes estaban vivos. El Departamento de Salud de Moscú dijo el domingo que comenzó a identificar los cuerpos de los fallecidos mediante pruebas de ADN, y tardarán al menos dos semanas.

Igor Pogadaev buscaba con desesperación cualquier información sobre el paradero de su esposa, que dejó de responder a sus mensajes tras asistir al concierto.

No ha visto un mensaje de Yana Pogadaeva desde que ella le envió dos fotos desde el recinto Crocus City Hall.

Igor se apresuró a ir al lugar cuando vio los reportes de que hombres armados habían disparado contra el público, pero no pudo encontrarla en las numerosas ambulancias ni entre los cientos de personas que habían logrado salir del recinto.

“Fui de un lado a otro, busqué, le pregunté a todo el mundo, enseñé fotos. Nadie vio nada, nadie podía decir nada”, dijo Pogadaev a The Associated Press en un mensaje en video.

Vio llamas que salían del edificio y llamó con insistencia a un teléfono para familiares de las víctimas, pero no recibió información.

Mientras la cifra de muertos subía el sábado, Igor recorría hospitales en Moscú y la región de Moscú, buscando información sobre pacientes recién ingresados.

Pero su esposa no estaba entre los 154 heridos reportados, ni en la lista de 50 víctimas que las autoridades ya han identificado, dijo.

Negándose a creer que su esposa pueda estar entre los 133 muertos en el ataque, Pogadaev aún no ha vuelto a casa.

“Ya no podía estar solo, es muy difícil, de modo que conduje a casa de un amigo”, dijo. “Ahora al menos estaré con alguien”.

El Ministerio de Situaciones de Emergencia de la región de Moscú publicó un video el domingo que mostraba maquinaria desmantelando zonas dañadas del recinto de conciertos para dar acceso a los rescatistas.

Entre tanto, el presidente Vladímir Putin parecía intentar asociar el ataque a Ucrania, algo que Kiev rechaza de plano.

Fue filmado el domingo encendiendo velas en memoria de las víctimas en Novo-Ogaryovo, una de las residencias presidenciales de Rusia en las afueras de Moscú.

Las autoridades rusas detuvieron el sábado a cuatro supuestos atacantes, según dijo Putin en un mensaje a la nación por la noche, dentro de los 11 sospechosos de estar implicados en el ataque. Afirmó que fueron capturados cuando intentaban huir a Ucrania.

Aunque todavía no se había anunciado ninguna vista judicial, el domingo había una fuerte presencia policial en torno a la corte del distrito Basmanyy de Moscú. La policía intentó alejar a los periodistas de la corte.

Imágenes publicadas por el Comité de Investigación de Rusia mostraron a los presuntos atacantes llevados a rastras con los ojos vendados a la sede del organismo estatal en Moscú.

Putin calificó el ataque de “acto terrorista sangriento y bárbaro” y dijo que las autoridades rusas habían capturado a los cuatro sospechosos cuando intentaban escapar a Ucrania a través de una “ventana” preparada para ellos al otro lado de la frontera.

Videos emitidos por medios rusos parecían mostrar la detención e interrogatorio de los sospechosos, uno de los cuales dijo a la cámara que un asistente no identificado de un predicador islámico se había puesto en contacto con él en una app de mensajería y le había pagado para que participara en el asalto.

Kiev negó con rotundidad cualquier implicación, y la filial afgana del Estado Islámico se atribuyó la autoría del ataque.

El grupo extremista publicó el sábado imágenes muy explícitas del ataque que parecían mostrar a uno de los agresores disparando a gente tumbada en el suelo.

Putin no mencionó al Estado Islámico en su discurso a la nación, y Kiev los acusó a él y a otros políticos rusos de vincular falsamente a Ucrania con el ataque para avivar el fervor por la lucha de Rusia en Ucrania, que cumplió dos años.

Funcionarios de inteligencia de Estados Unidos dijeron haber confirmado la reivindicación del grupo Estado Islámico.

“El Estado Islámico es el único responsable de este ataque. No hubo participación ucraniana en absoluto”, dijo la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Adrienne Watson, en un comunicado, empleando un acrónimo por el que también es conocido el Estado Islámico.

Estados Unidos compartió información con Rusia a principios de marzo sobre planes de un ataque terrorista en Moscú y emitió un aviso público a los estadunidenses en Rusia, dijo Watson.

El ataque fue un importante bochorno para el líder ruso, apenas unos días después de que consolidara su poder con otro mandato de seis años en unas elecciones celebradas tras la represión más dura contra la disidencia desde la era soviética.

Algunos expertos en redes sociales rusas se preguntaron cómo las autoridades, que han reprimido sin descanso cualquier actividad opositora y silenciado a los medios independientes, no lograron evitar el ataque pese a las advertencias estadunidenses.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo en un comunicado que Estados Unidos condenaba el ataque y afirmó que el grupo es “un enemigo común terrorista que debe ser derrotado en todas partes”.

El Estado Islámico, que combatió contra Rusia durante su intervención en la guerra civil siria, ha atacado durante años a Rusia. En un comunicado publicado en la agencia de noticias Aamaq del grupo, la filial afgana del EI dijo que había atacado una gran aglomeración de “cristianos” en Krasnogorsk.

El grupo emitió un nuevo comunicado el sábado en Aamaq en el que dijo que el ataque había sido obra de cuatro hombres que utilizaron rifles automáticos, una pistola, cuchillos y bombas molotov. Los agresores dispararon contra la multitud y utilizaron cuchillos para matar a algunos asistentes, dijo el grupo, que planteó el asalto como parte de una guerra del grupo con países que dice combaten contra el islam.

En octubre de 2015, una bomba colocada por el Estado Islámico derribó un avión de pasajeros ruso sobre la región de Sinaí y mató a las 224 personas que iban a bordo, la mayoría turistas rusos que regresaban de Egipto.

El grupo armado —que opera principalmente en Siria e Irak, pero también en Afganistán y África— también se ha atribuido varios ataques en el inestable Cáucaso ruso y otras regiones en los últimos años. Reclutó combatientes de Rusia y otras partes de la antigua Unión Soviética.

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