Lo bueno, lo malo y lo feo de la segunda serie de los Indios
Foto: Cortesía | Indios de Ciudad Juárez

Los Indios de Ciudad Juárez afrontarán su tercera serie de la temporada ante los Rojos de Jiménez, esto después de vencer en dos de tres juegos la semana pasada, mismos que dejaron sus cosas buenas, malas y otras igual de feas que Quasimodo.

Lo Bueno: Revivió el bateo

Si bien, los batazos de la novena aborigen no fueron nada de otro mundo, si se las ingeniaron para mejorar la producción ofensiva de manera considerable. Aquel raquítico .214 de promedio de bateo con corredores en posición de anotar acabó en .297 con un porcentaje colectivo de embazarse de .403. Mucha mejora para pocos juegos, pero parece poner en rumbo a los maderos fronterizos.

Parte del buen rendimiento fue gracias a Eudor García que ya le agarró el modo a la cosa y estuvo intratable en el plato con un average estratosférico de .600, un OPS colosal de 1.741, siete carreras impulsadas y un cuadrangular en el primero de la serie ante los Venados de Madera. El otro de los tablazos fue Kevin Zamudio que sigue sin desentonar y cerró la tercia con dos jonrones.

Lo Malo: Tembló el mero mero

Luis Payán es Luis Payán y por eso mismo tiene el único lugar asegurado en la rotación de Ricardo “Bacatete” Fernández. Técnicamente no falló en su chamba durante el primero de la serie contra Madera, a fin de cuentas, sacó la victoria y para eso le pagan. El gran problema es que acabó más golpeado que el peso en el 94.

El de Guasave Sinaloa le aguantó cinco entradas completas a la novena astada nada más por la gracia del señor. Esto pues se las ingenió para salir sin decisión a pesar de permitir 11 imparables y dejar pasar tres carreras, que bien pudieron haber sido más, pero el ex Mayo de Navojoa apretó la mano y los de Abel Martínez no se pusieron vivos con los palos.

Lo Feo: ¿14 entradas?

El último de la tercia ante los Manzaneros de Cuauhtémoc resultó un compromiso por demás peculiar. Primero porque lo ganó Juárez sin ser favorito y segundo porque duró 14 entradas, duró una eternidad y sirvió nada más para transformar al Estadio Juárez en la cantina más grande de esta frontera.

Queda claro que, después de jugar cinco entradas lentísimas hasta las casi 3:00 de la mañana, a la Liga Estatal no le haría mal implementar la regla del corredor en segunda base para extra innings. Quizás también el reloj de picheo.

También haría falta endurecer las reglas de la venta de alcohol, porque lo que era un estadio de beisbol al inicio de la tarde, acabó siendo desfile de borrachos al caer la noche y casi salir el sol.

Publicidad
Enlaces patrocinados