Ciudad Juárez.- Los Bravos de Ciudad Juárez volvieron a dejar ir otro victoria la noche de este sábado. Esta vez el verdugo en turno fueron las Chivas Rayadas del Guadalajara, ingeniándoselas para sacar un empate 1-1

Y los llamaron Indios

No, el clima no era de cuaresma ni de padres nuestros. No, era navideño, calaba con frío en las manos, la cara y otras partes del cuerpo que no tienen lugar en una crónica deportiva. ¿La grada? Llena como pocas veces. Así arrancaban las hostilidades entre los Bravos de Ciudad Juárez y las Chivas Rayadas del Guadalajara.

Íbamos empezando el asunto y los dos equipos parecían entumidos, congelados por el frío. Nadie controlaba la bola y lo único recalcable era el abucheo para Raúl “El Tala” Rangel y el aplauso que se llevaba una patada para el Chicharito Hernández.

Justo al minuto siete el respetable público se acordó de sus Indios con el primer tanto de los hoy vestidos de aborígenes. Ángel Zaldívar recepcionaba un centro del Puma Rodríguez y mandaba guardar la bola con un tiro de tres dedos directo al ángulo. 1-0 favor los Bravos.

Cerca del cuarto de hora el cuadro fronterizo ya se había tirado al frente y casi le cobra una graciosada de tres fintas al Tala Rangel. Del otro lado de la cancha lo que queda del Chicharito se quiso llevar a tres Bravos y no consiguió más que una soberana patada por la osadía.

Era, de buenas a primeras, impecable la defensa de los disfrazados como teporacos. Para muestra el balón que le robaron a Roberto “Piojo” Alvarado en su intento de desborde. Cuando volteó para atrás Ralph Orquín ya le había robado el esférico.

La primera de peligro de las Chivas la provocó Fernando “Nene” Beltrán con un pase para lo que queda del Chicharo. Este no pudo más que estrellarle el balón a Moisés Mosquero. Salió bueno eso sí, para reclamar una mano inexistente.

Acto seguido y de manera casi inmediata a Chivas le tocó tragar saliva. Bravos se metió hasta la cocina en la descolgada sin que Zaldívar pudiera cerrar la pinza en el centro raso. La cosa se quedó en un intento de chilena y en el puro susto.

Con media hora corrida en el cronómetro el cuadro tapatío era igual de operante que una maquiladora en huelga. Isaac Brizuela y Beltrán medio se conjuntaban sin hacer nada trascendente en el tercio final.

Era muy alta la presión de los muchachos de Martín Varini y muy inútiles las Chivas. Jugaban a buscar la falta con 15 minutos para el entretiempo y no conseguían absolutamente nada.

Al 35 el menester ya era más pelea de taekwondo que partido de futbol. Volaban patadas del rebaño a diestra y siniestra. A falta de tarjeta el entarimado ya le recordaba a su mamá a Fernando Hernández.

Una de las patadas se llevaba puesto a Jonathan González. El canterano del Necaxa no se pudo levantar y se terminó yendo arriba de la camilla y al borde de la lágrima. Diego Campillo entraba de cambio.

El descuento era por demás preocupante para la localía. Más que preocupante, era incómodo de ver. Parecían haberse revertido a las viejas costumbres y empezaban a regalar posesión del balón. A Moisés Mosquera (Por qué no podía faltar) le empezaban a fallar los toques.

Así nos íbamos al descanso. Entre las patadas, los errores y la ventaja de 1-0 en el electrónico para los “Indios”. Ah….Se nos olvidaba que el Chicharito intentó también tirar a puerta, sin peligro alguno como era de esperarse.

¿Otra vez?

Corría el tiempo complementario, ya sin sol y con tantito (nomás tantito) menos frío.

Chivas entendía que tenía que atacar, pero la flexibilidad ya no le daba al ex hombre del Manchester United para brincar y rematar el centro.

Eran cinco minutos muy pero muy pasivos de los caballos para abrir los segundos 45. El ritmo lo ponía el rebaño que seguía sin forma de penetrar en el ataque.

Aproximándose a la hora de juego Beltrán la volvió a intentar desde media distancia con un tiro igual de desviado que la mente de Hannibal Lecter. El gran problema para los de las tierras de Juan Gabriel es que seguían sin tocar la bola. Se limitaban a verla pasar desde antes del descanso.

Ya para el 65 la propuesta de Guadalajara era tan atractiva que la grada de sombra y la cabecera norte se dedicó mejor a hacer la ola. La tercera fue la vencida y entonces si la maniobra le dio la vuelta a todo el Olímpico Benito Juárez.

A todo esto, cinco minutos después llegaba un balón a las manos de Sebastián Jurado: para quitarse el frío y para hacer como que trabajaba.

Nos quedaban 15 minutos por jugar y en Chivas había más urgencia por reclamar. Juárez ya tenía en la cancha a Guillermo Castillo (Que no se llama así, pero así nos dijo que le dijéramos) y empezaba a buscar el gol del cerrojazo por el medio sector.

A eso del 80 Gerardo García hacía entrar a Alan Pulido para que después Miguel Gómez se encontrara con su único balón del partido. Este mismo lo prendió con alma vida y corazón para clavarlo al ángulo y empatar el marcador. 1-1 con el cierre del compromiso.

Al reloj le quedan cinco, lo que ya no quedaba era gas para ir al frente. Se volteaba la balanza, Bravos perdía la paciencia y también el esférico con suma facilidad. Chivas, por su parte, tuvo la suya en los pies de Alan Pulido. Para desconsuelo de la visita el ex Tigre la mandaba a volar.

El esfuerzo al final no suficiente y el pecado fue muy grande para reponerse. Al 90 y cinco más de propina, el árbitro karateka hizo sonar su silbato para sellar el empate. 1-1 el marcador final.

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