Ciudad Juárez- Los Bravos de Ciudad Juárez acabaron por resucitar en Domingo de Pascua para vencer 2-1 a los Santos de la Comarca Lagunera.

De mucho más a mucho menos…

Era airosa la Pascua, el cielo era color café por la tierra que traían consigo los vientos de resurrección y la afición estaba partida ante las aparentes dos localías. Así arrancaban las hostilidades entre los Bravos de Juárez y los Santos de la Laguna.

Corría el minuto cinco y Juárez era dueño y señor del esférico en el inicio del compromiso. Diego Campillo y Jesús Venegas enseñaban la química para dictar el ritmo en el medio sector de la cancha.

El primer susto vino de un contragolpe de Santi Muñoz, mismo que solventaba bien la defensa fronteriza. Del otro lado del rectángulo Carlos Acevedo escupía el rebote de un tiro de Aitor García.

No cumplíamos ni el cuarto de hora cuando Salvador Mariscal cometía la tontería de su vida propinándole una patada como de karate a Michael Santos para ganarse la tarjeta roja. No obstante, el VAR revertía la sanción y Erick Yair Miranda se ganaba un recuerdito a la mamá. No había roja.

Benny Díaz tenía que ponerse a trabajar a eso del minuto 22 después de una pésima salida de Moisés Mosquera. El súper suplente fronterizo acabó por rechazar el cañonazo de Franco Fagúndez para que no cayera el arco. Arriba en la grada, por otra parte, los locales eran verdes, no fosforescente, sino verde lagunero.

Cinco minutos más tarde, los de la comarca volvían a probar suerte y le arrancaban pintura al poste local sin conseguir el tanto. Juárez, vestido de cobra, era fuerte en el medio campo pero estaba más apagado que un foco roto en el último tercio. La efervescencia de los primeros minutos se había acabado.

Quedaba 10 para irnos al descanso y Santos ya era más en el terreno ante unos caballos que se replegaban más con cada minuto. A cinco de la regadera, Juárez volvía a equivocarse y volvía a hacer jalar de más a Díaz.

Ya en el tiempo de compensación, los locales administrativos le empezaban a encontrar la cuadratura al círculo con balones a la hoya, para su desgraciada, el agregado se terminó y así nos fuimos al vestidor.

Levántate y anda…

Bravos daba inicio al complemento bajo la misma tónica y apenas con diez segundos corridos ya le remataban de cabeza a las manos del greñudo.

Al minuto cuatro, Acevedo que venía vestido color paleta de limón derribaba a Michael Santos. El entarimado pedía penal pero el doctor en química hacía mutis.

Cerca de la hora de partido, a Bravos le salía otra bronca. A la falta de creatividad también se le sumaba la poco amplitud en los recorridos. Se iba de la cancha Michael Santos, sin pena ni gloria….Escoltado por el abucheo del respetable.

Pasado ese minuto 60, los de rojo perdieron el esférico y abrieron la puerta para el contragolpe santista que acabó en un golazo de Emanuel Echeverría. 0-1 favor los otros locales.

Al 25 de la segunda parte y ya con el tiempo encima, los de Mauricio Barbieri entraban en modo de desesperación y aventaban todas las piernas para enfrente en busca del empate.

Sin embargo, a diez para el final a los caballos ponzoñosos les salían más fallas que un carro viejo y más carencias que un niño desnutrido. Avilés Hurtado parecía no pegarle a la de gajos ni aunque su vida dependiera de ello. Expiraba el duelo y los de las tierras de Juan Gabriel no parecían dar señas de resucitar, ni hoy ni al tercer día.

A falta de cinco para cerrar el changarro lo de Juárez no cambiaba, no quedaban más que patadas de ahogado y un error en zona definitoria que dejaba escapar el empate. No obstante, llegó la gracia del Espíritu Santo en el tiro de esquina por conducto del testarazo de Francisco Calvo. Era un milagro de Pascua. Cinco minutos más tarde se repetía la dosis para el 2-1 cortesía de Ángel Saldivar. Era un Lázaro nacido en Juárez que se levantaba y andaba.

Al 90 y tantito más, el cantante de Salamanca Guanajuato le ponía fin al partido y los mandaba a todos a guardar en el día que según La Biblia seguía siendo del señor.

Bravos….Con todo y sus muchos errores, se había curado, igual que el leproso.

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