
En redes, películas y documentales se han observado imágenes en las que el agua del océano Atlántico y Pacífico parecen no mezclarse. Esta aparente separación ha generado mitos y especulaciones sobre la naturaleza de estos dos océanos. Sin embargo, la explicación científica detrás de este fenómeno es mucho más compleja y fascinante de lo que aparenta a simple vista.
Las imágenes que muestran la aparente separación entre el océano Atlántico y Pacífico llevan a creer que nunca se mezclan, como si existiera una barrera entre ellos. Sin embargo, la verdad es que sus aguas sí se fusionan, aunque no de manera inmediata. La salinidad del agua es uno de los factores que evita una mezcla instantánea y genera esa diferencia de color que se observa.
El océano Atlántico y el Pacífico son inseparables, comparten aguas, pero presentan diferencias en densidad y composición química que los mantienen "divididos". El agua del Pacífico, más oscura, es más salada y densa, mientras que la del Atlántico contiene agua dulce de ríos con sedimentos. Estos sedimentos son los responsables del cambio de color que percibimos.
Otra diferencia importante entre el agua del océano Atlántico y Pacífico es la resistencia de las moléculas y la resistencia a la tracción superficial. Estas propiedades afectan la forma en que las aguas se mezclan y contribuyen a la apariencia de separación entre ambos océanos. Sin embargo, con el tiempo, las aguas comienzan a mezclarse gradualmente, rompiendo esa aparente barrera.
Además, las termoclinas, que son fronteras entre aguas de diferentes temperaturas, también juegan un papel importante en la apariencia de no mezcla entre el océano Atlántico y Pacífico. Por ejemplo, el agua tibia de la Corriente del Golfo en el Atlántico se encuentra con el agua mucho más fría del océano Atlántico Norte. Estas diferencias de temperatura contribuyen a la separación visual entre ambos océanos.