Con la llegada de la fotografía a México a mediados del siglo XIX por el francés Jean Prelier Dudoille, quien tomó la primera foto en el puerto de Veracruz, su popularidad crecería a pasos agigantados en todo el territorio, principalmente entre las clases pudientes; los costos de los equipos estaban solo al alcance de algunos pocos.
Esta nueva tecnología poco a poco pretendía sustituir a la clásica pintura, por lo que muchas de las prácticas de este arte se trasladaron a la fotografía, entre ella la llamada fotografía post mortem, una costumbre originada en París en el mismo siglo XIX y traída a México por el especial gusto de Porfirio Díaz por todo lo relacionado el país galo.
En los periódicos de aquel entonces eran común encontrarse con anuncios que ofertaban este tipo de servicios: "se retratan cadáveres a domicilio y a precios acomodados", no se trataba de una macabra obra de teatro, sino de una costumbre popular con la que las personas pretendían guardar el último recuerdo impoluto del cuerpo de su familiar, antes de que el tiempo comenzara a corromper la carne. Con esta fotografía se guardaba ya no solo en la memoria la última imagen "viva" del ser querido, por primera vez se guardaba un instante real para la eternidad.
Las imágenes no se tomaban en un ataúd, en cortejos fúnebres o en un panteón; nunca se quiere recordar a un familiar en la tristeza o la melancolía, sino que se armaban escenarios en la casa del difunto, se vestía el cuerpo con sus mejores ropas y se tomaba en compañía de toda la familia. Muchas ocasiones, si el rigor mortis lo permitía, se colocaba el cuerpo en posiciones de la vida cotidiana, como si nunca hubiera muerto y estuviera ahí, conviviendo con sus seres queridos.
Si eran aún bebés, podían ser retratados en sus carriolas; si el menor fallecido tenía hermanos, la foto era de grupo; a veces los tomaban con sus juguetes, recostados sobre alguna cama o recostados en una cama de flores.
En México varios fotógrafos se dedicaron al negocio mortuorio. Juan de Dios Machain, fotógrafo jalisciense, tomó cientos de fotografías; Romualdo García, fotógrafo de Guanajuato, que se convirtió en un especialista y uno de los más famosos en México.
En el país no solo los más pudientes accedieron a este arte, gracias al trabajo de Romualdo, las clases bajar pudieron ser retratadas en esta fotografía con la llegada de la Revolución Mexicana.
El trabajo no era visto con morbo, sino como una parte importante que guarda el recuerdo de un familiar que jamás volverá, un objeto que ayuda en el proceso de duelo.