Portobelo.- Al despuntar la mañana en Panamá, algunos peregrinos como Ernesto Troya emprendieron el tramo más duro para llegar ante la imagen del Cristo Negro de Portobelo y agradecer algún favor o milagro otorgado. Movidos por la fe, el recorrido de varias horas hay quienes lo hacen arrastrándose por la calle hasta la imagen del santo.
Es una de las escenas que más impactan cada año, al celebrarse el 21 de octubre la festividad del Cristo Negro de Portobelo, en la norteña provincia de Colón, que es considerada una de las mayores peregrinaciones católicas en el país centroamericano y que data de siglos.
También tiene lugar en Portobelo, un poblado turístico que es patrimonio histórico y cultural de Panamá, ya que sirvió como puerto y comercio en tiempos de la colonia española en el mar Caribe.
De acuerdo con algunos historiadores, un pescador encontró la estatua del Cristo Negro envuelta en un cayuco o bote de madera en las costas de Portobelo el 21 de octubre de 1658. Cuentan que una vez que los españoles conocieron sobre la presencia del santo, decidieron trasladarlo hacia otro país del continente pero cada vez que el barco intentaba zarpar llegaba una tormenta que impedía su salida del puerto.
Los pobladores de entonces —muchos de ellos afrodescendientes y esclavos— adoptaron a la imagen como su santo patrono, que en tiempos modernos extendió su fama en el extranjero gracias a los temas que le dedicó el legendario salsero puertorriqueño Ismael “Maelo” Rivera, como “El Nazareno”.
Por ello, el Cristo Negro también es conocido como el “santo de los cantantes”.
A medida que se acerca esta festividad, miles de peregrinos llegan hasta la iglesia de San Felipe, que alberga al Cristo en un altar, y muchos lo hacen tras caminar largos recorridos en lo que se conoce como “mandas” para agradecer un favor o milagro otorgado.
Muchos, como el peregrino Troya, realizaron un dramático recorrido final dentro de las calles del pueblo arrastrándose hasta la imagen del Cristo, lo que ocasiona generalmente calambres y heridas en las rodillas.
“Uno va de rodillas con la fe que uno le tiene (al santo), todo sale bien. Con la fe, todo se puede”, dijo a The Associated Press Troya, un guardia de seguridad de 46 años, que vive en una zona de la periferia en Ciudad de Panamá, en la capital del país. Él demoró dos horas para llegar ante el santo, acompañado de su amiga Dayana, a quien debió ayudar porque sufrió espasmos cuando se acercaban a la iglesia.
Troya decidió hacer eso para agradecerle al Cristo un milagro que le hizo. Dijo que en 1997 sufrió un disparo en una pierna durante un intento de robo al salir de una fiesta nocturna en Ciudad de Panamá y que sus oraciones al santo “evitaron” que le hicieran una amputación.
“Conocí amistades acá (en Portobelo) y yo soy uno de los que carga el santo” durante la tradicional procesión nocturna del lunes que cierra la festividad, señaló.
Carlos Hernández, un albañil de 54 años, caminó con su novia Teresa el domingo más de 50 kilómetros para llegar ante el santo, ambos pasaron la noche a un costado de la iglesia con el objetivo de participar de la procesión al día siguiente.
“Somos de aquí de Colón y caminamos para pedirle al Cristo Negro que ayude a parar la violencia, que nos cuide a todos”, señaló a la AP Hernández. Colón es una de las provincias con el mayor índice de homicidios en Panamá.