Cómo se contrae la Clostridium difficile, la bacteria que enfermó a André Marín
Foto: Redes

Ciudad Juárez.– EL mundo de los deportes está de luto después de que se dio a conocer la muerte del comentarista mexicano André Marín a los 52 años el pasado 16 de septiembre. Su largo historial de enfermedades lo llevaron finalmente a un momento sin retorno, situación que se complicó más cuando Marín contrajo la bacteria Clostridium difficile, lo que complicó su estado.

El Clostridium difficile (también conocido como C. difficile o C. diff) es una bacteria que puede causar infecciones graves en el intestino, principalmente en personas que han tomado antibióticos recientemente o que han pasado tiempo en centros de salud como hospitales y residencias de ancianos, este último caso fue el de Marín, cuando tuvo que estar por varias ocasiones en el hospital debido a una diverticulosis (formación de bolsas o sacos en el intestino).

¿Qué es Clostridium difficile?

Clostridium difficile es una bacteria anaeróbica que puede encontrarse de manera natural en el intestino de algunas personas sin causar problemas. Sin embargo, bajo ciertas condiciones, como el uso prolongado de antibióticos, esta bacteria puede proliferar en exceso, liberando toxinas que dañan el intestino y provocan síntomas severos.

La bacteria se encuentra en las heces y puede propagarse fácilmente a través del contacto con superficies, objetos o manos contaminadas. Las esporas de C. difficile pueden sobrevivir en superficies durante mucho tiempo, lo que hace que su transmisión en hospitales y otros centros de salud sea un riesgo importante.

¿Qué causa el sobrecrecimiento de Clostridium difficile?

Uno de los factores clave que desencadenan una infección por C. difficile es el uso prolongado de antibióticos. Estos medicamentos alteran la flora intestinal normal, eliminando las bacterias “buenas” que ayudan a mantener el equilibrio microbiano en el intestino, lo que permite que C. difficile crezca sin control. Los antibióticos de amplio espectro, como las cefalosporinas, fluoroquinolonas, clindamicina y penicilina, son algunos de los principales responsables.

Los síntomas de una infección por C. difficile varían de leves a graves y pueden incluir:

  • Diarrea (a menudo acuosa y frecuente).
  • Dolor abdominal o calambres severos.
  • Fiebre.
  • Náuseas.
  • Deshidratación debido a la pérdida de líquidos.
  • En los casos más graves, la infección puede causar colitis pseudomembranosa, que es una inflamación grave del colon, con riesgo de perforación intestinal y sepsis.

Factores de riesgo

Cualquier persona puede infectarse por C. difficile, pero los factores de riesgo incluyen:

  • Uso reciente de antibióticos.
  • Edad avanzada (mayores de 65 años).
  • Internamientos prolongados en hospitales o centros de atención a largo plazo.
  • Sistema inmunológico debilitado.
  • Antecedentes de una infección previa por C. difficile.
  • Procedimientos gastrointestinales o cirugía.

El diagnóstico de una infección por C. difficile generalmente se realiza a través de análisis de muestras de heces para detectar toxinas producidas por la bacteria. También pueden realizarse estudios endoscópicos si los síntomas son graves o no responden al tratamiento estándar. Los estudios de imagen, como la tomografía computarizada, también pueden ayudar a evaluar la extensión del daño intestinal.

El tratamiento para la infección por C. difficile puede incluir:

  • Suspensión de los antibióticos que desencadenaron la infección, cuando sea posible.
  • Antibióticos específicos para combatir C. difficile. Los más utilizados son la vancomicina y el metronidazol. En infecciones graves, se puede emplear fidaxomicina.
  • Transplante de microbiota fecal (TMF): En casos recurrentes o graves, un tratamiento innovador es el trasplante de heces de un donante sano para restablecer el equilibrio de bacterias en el intestino.

Es esencial que el tratamiento sea supervisado por un médico, ya que una infección mal tratada puede ser peligrosa.

Prevención

La prevención de la infección por C. difficile se centra en:

  • Higiene de manos: Lavarse las manos con agua y jabón después de ir al baño y antes de comer es crucial, ya que las esporas de C. difficile no se eliminan fácilmente con geles antibacterianos.
  • Limpieza de superficies: En entornos hospitalarios, es vital limpiar adecuadamente las áreas y superficies con productos que eliminen las esporas de C. difficile.
  • Uso prudente de antibióticos: Es importante utilizar antibióticos solo cuando sea necesario y bajo la prescripción de un médico.
  • Aislamiento de pacientes infectados: En hospitales, los pacientes con C. difficile deben ser aislados para evitar la propagación de la infección a otros pacientes.

Una de las características preocupantes de la infección por Clostridium difficile es su tendencia a recurrir. Hasta el 20-30% de las personas que la padecen pueden experimentar una recaída, incluso después de un tratamiento exitoso. Las razones para esto incluyen la capacidad de las esporas de la bacteria para sobrevivir en el cuerpo y los efectos duraderos de los antibióticos en la flora intestinal.

El Clostridium difficile es una bacteria que, si bien forma parte del ecosistema bacteriano de algunas personas, puede causar infecciones graves y potencialmente mortales, especialmente en aquellos que toman antibióticos o están hospitalizados. La prevención, el diagnóstico rápido y un tratamiento adecuado son esenciales para controlar y reducir la propagación de esta bacteria. Además, la higiene de manos y el uso racional de antibióticos son las principales medidas para prevenir la infección.

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