Escuchamos con Alexa, música francesa de antaño, porque de ogaño, no conocemos ninguna: Dominó, Pobre Gente de París, La Vida en Rosa, recordando la historia de Edith Piaf, Franck Purcel, Pobre Gente de París y otras linduras musicales galas. Todo ello gracias a las Olimpiadas.
Y aquí iniciamos la faena semanal, porque su majestad, el toro de lidia, en este 2024, año olímpico con sede en París, para asombro de muchos taurinos y antitaurinos, estuvo presente en la inauguración de Los Juego Olímpicos, a través de una escultura de Paul Jouve, llamada: "Toro y Gamo".
Si bien el toreo no es un deporte, si es un arte el "Arte de Cúchares" y si algo hay en La Ciudad Lux, es arte, arte a raudales en todas sus manifestaciones; faltaba el toro bravo, el toro de lidia, el principal protagonista de la más bella de todas las fiestas, La Fiesta Brava.
Cuando a través de la televisión vimos la inauguración de la olimpiada, después de haber estado el día anterior en el hule, nos sorprendimos al ver una cabeza de toro bravo; luego, a través de las notas informativas del acontecimiento inaugural, nos dimos cuenta de que esa cabeza de toro, era una preciosa escultura, una obra de arte y, según la nota, el toro miraba hacia la torre Eiffel, la cual se ubica cerca de los jardines del Trocadero, lugar, para quienes no lo conocen, es un lugar de ensueño.
Llegó la fiesta brava a las olimpiadas, a París, a La Ciudad Lux, a la ciudad del arte y del conocimiento, y eso merece un ¡olé! o todos los que ustedes quieran; Pancho Wolff, el filósofo, en cualquier lugar donde se encuentre, debe estar como castañuela, con una copa de champagne, trufas y un sabroso "créme brullee", como buen francés y taurino que es. Vale.