El sábado 18 de noviembre mi compañera y yo visitamos la comunidad de san Luis, Baja California Sur, para ver la misión de san Luis Gonzaga Chiriyaquí establecida en 1721 por el padre jesuita Clemente Guillen de Castro.

La iglesia fue construida, a partir de 1572, por el padre jesuita Juan Jacobo Baegert, que ahora se encuentra en un razonable estado de conservación, que sin duda puede mejorar.

A la comunidad, desde la carretera Transpeninsular, se llega por una terracería de 37 kilómetros, que recorrimos en hora y media. En ella viven diez familias. Los jóvenes se van.

Una de esas familias es el matrimonio de María, que tiene 56 años, y su esposo José Luis, que cuenta con 62. Sus ancestros por varias generaciones nacieron y vivieron aquí como ahora ellos.

María le pregunta a mi compañera en que trabaja y le dice que es periodista y entonces le pregunta qué opina del presidente López Obrador, ella le revira la pregunta.

De lo que dijo María, hablaba con mucha soltura y con posturas muy claras, tomé nota. Transcribo de manera textual lo que dijo:

Del presidente hay cosas que le gustan y otras no. Le parece bien el programa de adultos mayores, al cual ellos todavía no pueden acceder, por no cumplir 65 años. Comenta que dicen lo van a bajar a los 60 años, pero no se sabe cuándo.

Ha oído que debe seguir el actual gobierno para que no se quiten los programas sociales cosa que pasaría si llega otro partido a la presidencia de la República.

No le gusta el programa de jóvenes, ella le llama el de los NiNi, porque reciben ese dinero y ya no quieren trabajar. Eso no ayuda a los jóvenes sino los perjudica.

Le parece bien, en cambio, que su nieto Armando de 10 años, que va a la primaria, reciba una beca. Anota que con frecuencia se retrasa la entrega de la misma.

Considera que los servicios de salud están mucho peor que antes. El Insabi no sirvió para nada y todavía no hay un servicio que sustituya al Seguro Popular.

Asegura que no hay medicinas y cuando van a atención médica en una institución pública en Ciudad Constitución, tienen que comprarlas con recursos propios.

No le gusta que las autoridades no se hagan cargo de mantener la iglesia de la misión y eso lo tienen que hacer las familias que viven aquí que todas son católicas.

Un sacerdote viene de Ciudad Constitución a celebrar misa el primero o segundo viernes de cada mes a la que asisten los integrantes de la comunidad.

El presidente dice que ayuda a los pobres, eso está bien, pero en este gobierno su situación no ha mejorado. Están igual o peor de pobres que antes. Ellos no reciben ningún programa social.

María hace un análisis de la política social del actual gobierno que da cuenta, más allá de filias y fobias, de lo que piensa una ciudadana a partir de su experiencia desde la profundidad del territorio. Es digna de tomarse en cuenta.

@RubenAguilar