Nunca se ofende más a un hombre que cuando se choca con sus creencias y costumbres. Montesquieu, jurista francés.

Domingo de perros, viento y polvo, polvo y viento y en el cine María Magdalena; para nuestro gusto, un bodrio de película, por lo que al dejar la sala cinematográfica, nos "juimos" derechitos a casa y ya no hubo poder humano que nos sacara de la misma, hasta una o dos gorras se nos fueron y eso ya es mucho escribir.

Ante tal situación, abordaremos a toro pasao, lo sucedido el 21 de marzo en esta H. Ciudad Juárez, Chihuahua, México, al recordarse un aniversario más del natalicio de Benito Pablo Juárez García, pues a algún burócrata despistado de esos que no faltan, se le ocurrió cambiar el acto cívico que año tras año y desde hace muchas décadas, se celebraba en el llamado jardín del monumento, en homenaje al Héroe Epónimo.

Son tiempos de politiquería ramplona en este país, cuya nacionalidad se acrisoló con las Leyes de Reforma, donde el Pastor de Guelatao, tomó parte decisiva; combatió a las fuerzas francesas, fusiló a un emperador y como colofón, le partió su mandarina en gajos, al poderoso clero católico mexicano de aquélla época, salvo opinión en contrario.

¿Y qué tiene qué ver la política de huarache por la que estamos atravesando, con este acto cívico?. A "sencia" cierta no lo sabemos, quizá el INE es el motivo, causa u razón de lo sucedido, pues no olvidemos que la causa de la causa, es causa de lo causado, según principios leguleyos y como el país entero está en veda electorera hasta el lro. de abril, pues para no herir susceptibilidades de algún o algunos candidotes a la grande, en el gobierno, creemos nosotros, a alguien se le ocurrió la puntada de cambiar el homenaje a Juárez, del jardín del "menumento" a una explanada nada histórica de esta ciudad Epónima.

Porque si bien es cierto que ahí está una mega asta donde ondea una también mega bandera nacional, nada tiene qué ver con la hazaña patriótica del Benemérito de las Américas, el lábaro patrio es el símbolo nacional por excelencia, aunque sólo lo puedan usar el presidente de la república en el pecho y la selección mexicana de furbol y lo hecho por el Gran Indígena, como ya escribimos líneas arriba, fue un acto de valor patrio que no admite discusión.

Lo hecho, hecho está, veremos qué sucederá el próximo año si estamos vivitos y coleando; ¿volverá la ceremonia del 21 de marzo al monumento ninguneado o se hará, nuevamente, en otro lado? No se pierda la nota. Vale.

Por Cuauhtémoc Monreal Rocha

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