Bolivia.- Durante las celebraciones del Día de los Muertos , que tienen lugar a fines de octubre y principios de noviembre, los latinoamericanos honran a sus seres queridos fallecidos con altares adornados con comida, flores y fotografías. Pero ¿qué tal si tallan el rostro real de su cónyuge o familiar fallecido en yeso para decorar un trozo de pan?
Eso es exactamente lo que está haciendo un artista en Bolivia.
Como parte de una tradición centenaria para honrar a sus muertos el 2 de noviembre, los bolivianos comparten un pan dulce llamado “tantawawa” (que en aimara significa “pan de bebé”) de manera simbólica para conectar a los vivos con los muertos.
Tradicionalmente, las “tantawawa” están decoradas con caras genéricas y enyesadas, pero el artista boliviano William Luna pensó que sería aún más simbólico si pudiera tallar un rasgo que se asemejara a los seres queridos que la gente recuerda.
Inspirado por la pérdida de su madre, Luna comenzó a esculpir su rostro en una “tantawawa” para el primer aniversario de su muerte en 2017. Luego introdujo esta idea en los mercados locales y ahora recibe pedidos de familias ansiosas por honrar a sus seres queridos de esta manera única.
“Las familias piden que las mascarillas se parezcan lo más posible a sus seres queridos fallecidos”, explica Luna. “Yo me centro en los rasgos distintivos de cada persona, ya que todos tenemos algo especial que nos distingue”.
Luna elabora meticulosamente cada máscara, comenzando con una foto de la persona fallecida. Luego, moldea la arcilla con los dedos y herramientas de modelado para capturar la imagen de la persona. Una vez satisfecho con el modelo de arcilla, crea un molde de plástico y lo llena con yeso. El paso final consiste en pintar la máscara, a veces con la ayuda de la familia.
El proceso completo dura aproximadamente una semana.