Ladrilleras artesanales: entre la marginación y la invisibilidad social
Foto: Cortesía | Samantha Corrales

Rosalía llegó a la ciudad de Chihuahua desde la Sierra Tarahumara hace un par de años. Vino a buscar una mejor forma de vida para ella y sus hijos. Se instaló en la casa de una amiga de su hermana que vivía en una de las colonias más pobres de la capital. Durante un año estuvo ahí, tratando de encontrar trabajo en una maquiladora.

Casi una hora de camino de ida y vuelta todos los días hasta el centro para buscar trabajo, ya no le permitía atender a sus hijos, dos jovencitos y una niña pequeña. Por no tener la educación primaria terminada, no obtuvo algún puesto. No habla del padre. Como muchas mujeres que provienen de la zona rural, es reservada, más bien desconfiada de la gente de la ciudad.

Decidió dejar de buscar empleo en la maquiladora en la Zona Centro y aceptar la oferta de trabajo con Don Regino, el dueño de una de las ladrilleras de la zona sur de la ciudad. Un hombre de edad madura que “echa la mano a su gente” para salir adelante.

El pago parecía bueno para ella: unos 200 pesos al día por armar los ladrillos en los moldes de madera y esperar a que estén secos para meterlos al cocedor (horno de leña). Eso no le toca a Rosalía. “Ese trabajo es más pesado y les toca a los muchachos”, explica.

La de Rosalía es una de las muchas historias de vida de hombres y mujeres de diferentes edades que trabajan en alguna de las ladrilleras de la ciudad de Chihuahua.

Clandestinidad y contaminación

Aunque no se tiene una cifra exacta del número de fábricas de ladrillo artesanal, porque la mayoría operan en la clandestinidad. Se sabe que muchas de esas ladrilleras llevan ya mucho tiempo bajo condiciones de irregularidad, pues no existe una reglamentación específica para ello, excepto en cuanto al control de emisiones contaminantes que, de acuerdo con las autoridades de Desarrollo Urbano, tanto municipales, como estatales, ni una y otra instancia hacen una medición estricta al respecto.

El estudio “Ladrilleras Artesanales en México: Análisis de Mercado Sector Construcción. Proyecto Piloto Regional basado en Portafolio Políticas Públicas”, publicado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático en 2016, destaca que la producción de ladrillos a nivel nacional es generada por unas 17 mil unidades artesanales que operan en la informalidad. Utilizan tecnología rudimentaria, frecuentemente dentro o fuera de zonas urbanas.

Imagen

Este tipo de fábricas casi domésticas generan contaminación del aire y emisiones de efecto invernadero, entre ellos carbono negro, que no solo afectan a los productores de los materiales para la construcción, sino para las personas que viven en las cercanías. Desde el siglo pasado, las autoridades de todos los niveles de gobierno han intentado implementar una reconversión de los hornos ladrilleros, incluso la reubicación de los mismos que suelen ser, en su mayoría, negocios de tipo familiar o con empleados temporales con los que no se tiene una relación laboral fija, lo que representa además un riesgo de seguridad social.

La Coalición del Clima y Aire (CCAC, por sus siglas en inglés) impulsó la Red de Políticas Públicas para la producción limpia de ladrillos y en 2016 publicó el documento “Más allá de los ladrillos”, para influir en un cambio sobre cómo los gobiernos “entienden y definen sus políticas públicas para prevenir los efectos sociales y ambientales negativos de la producción artesanal de ladrillos”.

Otro de los hallazgos del análisis del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático es el conocimiento del perfil de la mayoría de las personas dedicadas a la producción artesanal de ladrillos. Al menos nueve de cada 10 artesanos ladrilleros se dedican de tiempo completo a esta actividad y el resto participa frecuentemente en actividades como la agricultura o el comercio. Sin embargo, la mayoría de estas personas tiene un bajo nivel de estudios y entre mujeres es aún más notable la baja escolaridad.

En cuanto a la forma en la que se organizan las actividades laborales, el estudio revela que, por cada siete hombres, hay solo una mujer que labora en la producción de ladrillos y en el 85 por ciento de los casos, tanto hombres como mujeres, forman parte del núcleo familiar del propietario del negocio.

Otro tema importante es la tenencia del predio donde suele operar este tipo de microindustria. En cuatro de cada 10 casos, el horno para cocer los ladrillos está instalado en el mismo lugar donde habitan los artesanos, sin dejar de mencionar que muchos de los terrenos son rentados o prestados y el uso del suelo, por lo general, no está autorizado para la instalación de estos negocios.

En el caso de la ladrillera donde labora Rosalía, ni ella ni sus compañeros han recibido algún tipo de equipo de protección.
De hecho, ni Don Regino, el propietario, ni los muchachos que ya llevan más de tres años trabajando con él han recibido alguna vez algún tipo de capacitación para su seguridad o para supervisar las operaciones de la fábrica bajo normas oficiales.

La producción artesanal de ladrillos en México se realiza empleando hornos fijos en la mayoría de los casos. Muchos de esos hornos son de tipo tradicional, alimentados con leña o deshechos inorgánicos como llantas viejas, plásticos y otros materiales que emplean como combustibles, altamente contaminantes.

Imagen

Pero no es solo el proceso de cocimiento del ladrillo de arcilla el que genera dificultades de operación e insumos.
El traslado y adquisición de materiales como la arcilla también representa una serie de problemáticas poco observadas y que implican una serie de esfuerzos adicionales para este sector de la población, cuyas actividades atienden principalmente la demanda de la autoconstrucción, ya que ofrecen precios mucho más económicos y productos al gusto de los consumidores.

No obstante, este negocio también depende de las condiciones climatológicas, ya que, en temporada de lluvias, es difícil que los ladrillos se sequen lo suficiente a la intemperie por la falta de los rayos solares y baja además la demanda.

Invisibles

El “Estudio observacional de los riesgos y exigencias en los artesanos ladrilleros en Chihuahua, Chih. México”, publicado en 2010, advierte desde entonces que no se han realizado a estudios suficientemente sólidos para visibilizar la situación de riesgos en la que operan los productores de ladrillo artesanal en la ciudad de Chihuahua.

En este documento, elaborado por investigadores adscritos a la Secretaría de Investigación y Posgrado de la Facultad de Nutriología y Enfermería de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh), se destaca que ha habido una omisión constante por parte de autoridades, al no considerar a quienes trabajan en este tipo de microindustria.

“Desde el punto de vista humano. (…) el trabajador ha pasado desapercibido y en ningún momento ha sido motivo de estudio o atención como tal y mucho menos tomado en cuenta con respecto a su condición económica de pobreza extrema, su condición de salud y el acceso a los servicios de salud”, se lee en la investigación.

“Este segmento poblacional es invisible y así, ignorado, marginado y sin posibilidad de ser tomado en cuenta en programas de atención social o de salud”, advierte la investigadora Paola Moreno, citada en el estudio “Estimación de riesgos ambientales causados por la industria ladrillera”.

Con seguridad, para Rosalía los días pasan lentos mientras fabrica ladrillos. La preparación del barro o arcilla para hacerlos requiere un gran esfuerzo físico. Hay que mezclar la tierra con el agua hasta obtener una pasta buena, pero a veces hay que traer el agua desde lejos porque en donde se ubica la fábrica no se cuenta con agua entubada, solo están los depósitos que llena el Municipio dos veces por semana mediante pipas.

No es que no le guste hacer lo que hace, pero sabe que no puede vivir siempre así. Como todos los demás, no cuenta con un servicio médico. No tiene un contrato laboral y mucho menos prestaciones de ley, como vacaciones, prima de antigüedad, aguinaldo, días de descanso y otros. Su trabajo depende solo de la necesidad de fabricar ladrillos que tiene su patrón Don Regino. Pero si la demanda disminuye, Rosalía tendrá que buscarse otra forma de vida

Publicidad
Enlaces patrocinados