Hace del diseño una alternativa para la dislexia
Foto: Jorge Félix

Ciudad Juárez.- Tontos, lentos, problemáticos, son algunos de los calificativos que se les suelen dar a quienes padecen un trastorno de aprendizaje, muchas veces relegados en las escuelas e incomprendidos en sus hogares.
La dislexia es uno de esos trastornos y se caracteriza por la dificultad para leer y escribir. Generalmente se presenta en menores sin discapacidad física o mental. Las niñas y los niños con dislexia, en su lectura omiten, distorsionan, sustituyen o invierten frases o letras de palabras, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Destaca que algunos factores de riesgo son: nacimiento prematuro, exposición del feto a drogas o bebidas alcohólicas durante el embarazo o la presencia de este trastorno en otros familiares.
La dislexia se acentúa una vez que el menor entra en la etapa escolar, y el desconocimiento del tema hace que se relacione con un bajo nivel de inteligencia.

En busca de alternativas

A pesar de que no tiene cura, hay programas, sistemas e iniciativas para ayudar a los menores con dislexia.
Uno de esos sistemas fue creado por la juarense Carina Acosta Mendoza, quien encontró en el diseño gráfico una alternativa para mejorar el aprendizaje de niñas y niños, así como dar información a los padres para que entiendan el trastorno.
Carina, es licenciada en Diseño Gráfico por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), maestra en Diseño Holístico y doctora en Estudios Urbanos. Pero, ¿por qué una diseñadora se interesaría en asistir a los menores con dislexia? Desde su etapa universitaria, buscó cómo aplicar las funcionalidades del diseño en áreas y temas poco comunes.
La ahora doctora consumó su idea en el proyecto de titulación de licenciatura que desarrolló en equipo con otros compañeros.
“Al principio estábamos muy confundidos, decíamos: hay tantos temas, ¿qué agarramos? Hablamos de logotipos, de marca, psicología del color, teníamos muchas opciones”, explicó.
Los padres de Carina eran apasionados de los libros. En su casa había todo tipo de textos, contó.
Una vez, dijo, halló en la sala de su casa un tomo de enciclopedia con el título Problemas de aprendizaje, ahí descubrió el concepto de dislexia y entonces formuló en su cabeza cómo podría usar sus habilidades y conocimientos para tratar el trastorno. Así planteó esta propuesta a sus compañeros y ellos aceptaron.
En el proyecto de tesis plantearon entonces material didáctico para la atención de niños con dislexia, tomaron ejercicios existentes, los rediseñaron y justificaron. Esta primera experiencia definió el camino de la investigadora, por lo que decidió ingresar a la maestría en Diseño Holístico (corriente que busca dar soluciones a problemas desde diferentes aristas).
Ya en la maestría, retomó el tema y decidió darle continuidad, pero fue rechazado por sus maestros.
“Cuando yo propuse diseño y dislexia a mí me dijeron que no, el profesor me dijo: sabes qué, no, no eres psicóloga, no eres educadora, no eres pedagoga, no eres terapeuta, eres una diseñadora y por lo tanto no puedes hacer ese tema de tesis”, dijo.
Ella conocía el vacío de información sobre cómo el diseño podría aportar a la atención de la dislexia.
Dijo que este tipo de investigaciones no son comunes y rara vez reciben apoyo. Fue hasta que una doctora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le dio clases, que encontró el respaldo que necesitaba.
Esa nueva doctora rechazó los proyectos de varios de sus compañeros de la maestría. Con temor, Carina le presentó su idea, y su proyecto le pareció excelente e incluso le sugirió consumarlo como su tesis de doctorado. Esta opinión derivó que los otros maestros aprobaran su propuesta.
En dos años y medio de investigación, Carina entendió la dislexia desde las cuestiones científicas, técnicas, cómo funciona el cerebro de un niño, causas y síntomas. Para esto, visitó los pocos centros de atención para menores con dislexia y se percató que el material didáctico con el que cuentan es un libro editado en 1979, impreso a dos colores: negro y naranja, tonos muy fuertes para niñas y niños disléxicos.

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En este primer acercamiento, las y los terapeutas le explicaron que no había ejercicios específicos, los ya existentes fueron creados por ellos mismos, y en el caso del libro, tenían que sacarle copia para conservarlo.
“Yo como diseñadora, que domino temas de color, tipografía, de formas, de estructura, de composición en general, ver una fotocopia para un niño con dislexia que en verdad no le aportaba mucho, fue desesperante, hasta decir: ¿cómo es posible que no exista material didáctico?”, expresó.
El tema desdeñado por instituciones educativas y autoridades la motivó a buscar alternativas, además se dio cuenta que existe un gran interés de la población por saber más sobre el trastorno. Todo su esfuerzo se vio recompensado con la publicación del libro Diseño y Dislexia (Editorial Académica Española, 2013).
Carina Acosta retomó su trabajo sobre dislexia luego de cinco años que cursó el doctorado en Estados Unidos.
“Dicen que uno siempre regresa a la idea inicial, así que terminé mi tesis de doctorado y ahora que retomé este tema desde hace tres años me di cuenta que había necesidad de información”, expresó.

“Utilizo un lenguaje muy coloquial, es explicarle a los papás qué pasa con sus hijos, casi casi con peras y manzanas, pongo ejemplos. De alguna manera lo hago más dinámico que solo leer un artículo científico”Carina Acosta Mendoza

Didexia, un nuevo reto

En octubre de 2019, la juarense inició otra aventura: un podcast en el que difunde información sobre dislexia; traduce las investigaciones científicas para compartirlas de forma práctica con los interesados.
Hasta el momento, Didexia cuenta con 11 mil seguidores de diferentes partes del mundo; padres y maestros de personas disléxicas la contactan para conocer un poco más sobre el trastorno.
“La gente en cada episodio me va haciendo preguntas y con base en eso voy haciendo los siguientes episodios”. El podcast se publica cada martes y está disponible en Spotify, YouTube y Facebook.
Carina Acosta ha invertido 17 años de su vida en investigar sobre la dislexia. No imaginó que su esfuerzo tuviera tanto impacto como ahora, lo que le ha valido para ser invitada a participar en congresos internacionales en Venecia, Italia y Valencia, España y compartir los resultados de toda una vida. La doctora está a punto de terminar un segundo libro de ejercicios para personas disléxicas, pero aún no define cuándo y cómo lo va a publicar.
“Deben preguntarse cuál va a ser el impacto que va a tener su investigación, tiene dos opciones: una, hacer un buen proyecto para conseguir el título, y dos, hacer una buena investigación que impacte de manera positiva en la vida de muchas personas”, fue el mensaje que envió a los jóvenes que tienen algún proyecto de investigación.
La iniciativa que ha moldeado desde su etapa universitaria busca que todas la personas disléxicas sean bien diagnósticas y que sus padres y maestros tengan las herramientas para su atención y dejen de ser excluidos. Es por eso que Carina Acosta Mendoza forma parte de nuestro orgullo.

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