Dice el viejo corrido de la industriosa ciudad de Monterrey a donde iremos en cuanto la pandemia nos deje, esperando que sea pronto, porque la raza humana, no acostumbrada al encierro, aunque sea familiar, está a punto de explotar y lo malo es que se tiene que aguantar hasta que la ciencia médica lo decida o prenda la luz verde del semáforo, para tranquilidad de todos los habitantes de este planeta llamao tierra.

Si tú lector (ra), crees que ya pasó todo ¡aguas!, porque el Covid-19 sigue merodeando por ahí y si ya quieres andar irresponsablemente en el jolgorio, si algo te pasa, sucede o acontece, no le vayas a echar la culpa al vecino porque tú y solo tú, como adulto (ta) eres responsable de tus actos, ante los ojos de los demás.

Tras esta verborrea, vayamos al toro, ubicándonos nuevamente en una tierra de toreros situada en el noreste mexicano cuyo nombre, ya lo escribimos líneas arriba, pues allí nacieron, entre otros, Lorenzo Garza "El Ave de las Tempestades", Humberto Moro, Luis Briones "Luis de Seda y Oro", er tocayo Manolo Martínez Ancira, Eloy Cavazos "El Pequeño Gigante" de Monterrey y nuestro personaje, que no tuvo la fama de estos maestros de la torería mexicana, pero que, como novillero, llenó la Monumental Plaza de Toros México.

Y es que el novillero neoleonés, se hizo torero a base de esfuerzo, de entrega, de pasión, de lucha y sobre todo de pundonor y es así , según la crónica del momento, que siendo novillero, con la plaza México llena hasta las banderas, logra cortarle las orejas y el rabo a un novillo de nombre "Jazmincito" de la ganadería de Santa Martha, ante el delirio de la afición capitalina y nosotros creemos, salvo opinión en contrario, que hasta que apareció en los ruedos como novillero el paisano Valente Arellano, volvió a llenarse el coso de Los Insurgentes, en una novillada.

No hay que olvidar a Manolo Martínez, Eloy Cazos o "Currito" Rivera, que quizá también llenaron, como novilleros, la gran cazuela de la colonia Noche Buena. Después de tantas vicisitudes, al chaval de Monterrey, por fin toma la alternativa en la plaza "Guadalupe", la tarde del 8 de junio de 1958, siendo su padrino Rafael Rodríguez "El Volcán" de Aguascalientes y como testigo, Joselito Huerta "El León" de Tetela, con un encierro de El Rocío.

Nuestro torero, según sus amigos de la época, le bautizaron con el apodo de "Romerita" porque al parecer, le gustaba la tandariola antes de calarse el terno, siendo su nombre de pila, Américo Garza García. Hasta aquí lo que leímos de este torero mexicano olvidado por todos los taurinos, como otros muchos que le precedieron. Vale.

Barrera de sol

Por: Manolo de la Laguna

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