Partiendo plaza y teniendo como capote una pantalla blanca y como estoque un teclado o las ideas, sin pensarlo más, escribimos: La tauromaquia es pasión, respeto, entrega y arte. Quien no lo entienda, que al menos la respete, por muy animal...ista que se sienta.
Entonces, a iniciar la faena porque en días pasados, la plaza de toros México, informó que gracias a la nueva legislación de la ciudad capital del país, ya no será posible, mientras morena esté en el poder (agregamos nosotros), dar corridas de toros, ni novilladas, tal y como mandan los cánones taurinos.
Esta reforma tiene como argumento, la protección animal que tendrá como consecuencia, al paso del tiempo, la desaparición del toro bravo y la desaparición de miles de empleos, sin importarles, en lo más mínimo, a estos pseudodefensores, las necesidades económico-sociales, del animal humano.
Lamentamos cualquier medida que atente contra la libertad cultural de ciento de miles de personas, pues ya no volverán a presenciar, en su esencia y verdad, a la más bella de todas las fiestas, la fiesta brava en la plaza México y muy pronto, en el reto del país, como ya sucedió en esta tierra del Bravo.
¡Qué pena!. Pudo más un puñado de alborotadores sociales, autollamados defensores de los animales, más que defender el derecho a la libertad y a la democracia sin adjetivos, de miles de aficionados a esta tradición hispana que, a través del tiempo, se arraigo en el alma del pueblo mexicano, con sello propio, oficio que al perderse, ha dejado en el desempleo, a miles de ciudadanos mexicanos, que siempre han vivido de los dineros del toro.
En fin, no se puede amar o disfrutar de lo que no se conoce, ni respetar lo que no se entiende; sigámosles su juego a esos falsos redentores animalistas, rematando: Larga vida a la estupidez humana. Vale.
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