La detención de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex en la pasada administración, por su presunta participación en el caso Odebrecht en el que esa compañía, entregó dinero a cambio de licitaciones; y la adquisición de la empresa Agronitrogenados a sobre precio, entre otras irregularidades; definitivamente que eso sí “le cayó como anillo al dedo” al presidente López Obrador, pues distrae de los temas verdaderamente importantes, como el de la pandemia de coronavirus que estamos muy lejos de domarla; la violencia desencadenada en el país por los cárteles del narco; la economía en picada y sin la menor esperanza de que en el corto plazo veamos una recuperación; el inmenso número de personas desempleadas; la carencia de medicamentos en los hospitales públicos, en fin la lista es bastante larga.

Nadie niega que es importante que se castigue a quien en el pasado o en el presente haya, o esté cometiendo actos de corrupción, pues hay que recordar cómo, sobre todo investigaciones periodísticas, han destapado arreglos de actuales funcionarios, y no pasa nada, cosa que no se puede denominar de otra forma, más que impunidad, pero como que eso no se ve y con un simple, “no es cierto”, ya lo arreglan.

El caso Lozoya está muy extraño, ya que pesan sobre él, denuncias muy fuertes y hasta el momento no ha pisado la cárcel en ningún momento, ya que de entrada, llegó aparentemente enfermo y de inmediato fue trasladado a un hospital privado a recibir atención médica, pero además no fue transportado en alguna patrulla como en la que vimos a Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz. En el caso del ex director de Pemex a él, lo trasladaron en una impecable camioneta, y ahora, ya le otorgaron el beneficio de llevar su proceso en libertad, portando un brazalete como medida de seguridad para que no escape.

Mientras que, Rosario Robles, por mucho menos, ha estado detenida por meses y solamente ella, en un caso que implica millones de pesos, pero como que se congeló la investigación, pues nada se sabe de más implicados, en una irregularidad que, obligadamente, debería tener más involucrados, pero nadie ha caído, definitivamente, algo pasa y nadie dice nada.

Así que, con Emilio, parece que algo similar va a ocurrir, pero con más comodidades, ya que el solo hecho de no estar encerrado, es una enorme diferencia.

Y lo que llama la atención es que, para AMLO lo más importante es que la gente sepa cómo se hacían las tranzas, los arreglos, cómo se repartían el dinero de los impuestos, o la forma en que se cobraban favores, etc. mientras que en segundo plano está, que se aplique un castigo ejemplar a los involucrados y hasta el último, que se regrese lo que se robaron; ante eso, yo le haría algunas preguntas:

¿Suponiendo que a usted le robaran su carro o su cartera con la quincena, qué sería lo más importante? Que le dijeran cómo operaron los rateros para cometer su atraco y otros más. Cómo se repartían el dinero, cuántos participaban, si había dos o más cómplices o si se trataba de un malandrín solitario, si lo planeo o no. Quizás lo que usted querría, sería que, al ladrón, lo metieran a la cárcel por varios años para que aprendiera, y ya al final, y si se puede, que le regresaran lo que le robaron ya sea su cartera con el efectivo o su carro.

Yo nada más ahí se lo dejo, por que saber cómo se robaban las cosas para mi, es lo menos importante, de plano invertiría el orden de las prioridades de AMLO. Lo primero, que regresen lo que se robaron. Segundo que los metan a la cárcel, y tercero, saber cómo operaban sus irregularidades; esto último, en lo personal, seria lo de menos para mí, quizás por simple curiosidad, pero nada más, pues de nada me sirve, no tiene utilidad práctica, al menos para la mayoría, no dudo que a la autoridad si le sirva, pero cada quien define sus prioridades dependiendo de sus intereses y más claro ni el agua y esa, no es la idea…

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