Si apenas el martes nos sorprendió la renuncia de German Martínez Cazares a la dirección general del Instituto Mexicano del Seguro Social, pero no por ser la primera de un secretario, a apenas 6 meses de la presente administración de Andrés Manuel López Obrador, que ya de por si llama la atención, pues se supone que todos los integrantes del gabinete están muy comprometidos, sino por las razones que exhibió en una extensa carta, en la que, en esencia, menciona los muchos recortes al presupuesto de una institución que trabaja con múltiples carencias que, prácticamente un día si, y al otro también, provoca molestias de parte de los derechohabientes que se quejan amargamente, porque, por ejemplo, les programan cirugías que se supone urgen, hasta dentro de por lo menos un mes, lo que provoca que su salud se empeore de forma importante, por lo mismo enterarnos de que los recortes aun no terminan, es para preocupar al más saludable, ya que prácticamente no puede contar con que, por lo menos tiene al IMSS para atenderse en caso de necesitarlo.

La verdad no entiendo cómo es que a una institución cuyo presupuesto lo recibe vía las cuotas obrero patronales, se les puede quitar recursos, ya que tanto los empresarios como los trabajadores pagan sus cuotas para recibir una buena atención, y de ellos, un buen porcentaje, pese a pagar, nunca han utilizado sus servicios, pero aun así, no alcanza para tener instalaciones dignas con todo lo necesario para brindar un servicio de calidad.

Tampoco se entiende cómo es que un gobierno que afirma que, primero los pobres, le recorta presupuesto a sus sistemas de salud, ya que quien tiene para pagar consulta y medicinas, como quiera puede acceder al servicio; le va a costar, pero definitivamente se va a poder atender, mientras que la clase trabajadora posiblemente se esperará o automedicará, con la esperanza de recuperar su salud, pero con el riesgo muy alto de empeorar, precisamente porque no fue un médico, quien lo revisó, sino que acudió a una farmacia a comprar lo que algún conocido le recomendó.

Pues ahora las tijeras van contra los pasantes de medicina, ya que las pequeñísimas becas que les otorgaban van a seguir pero a la mitad, cabe mencionar que estos profesionistas están obligados a prestar un servicio social en instituciones públicas por un año, muchos de ellos se van a las poblaciones más precarias, es decir, no tienen el apoyo de vivir en sus casas, mientras pasan este requisito para poder conseguir su título de medicina, por lo que tienen que sobrevivir con una beca que actualmente va de los 600 pesos a los 3 mil 600 pesos al mes. Con el recorte serán de 300 y hasta mil 800 pesos, y sin la posibilidad de tener un trabajito para hacerse de dinero extra, pues las jornadas son de 24 horas y hasta de 48, lo que hace humanamente imposible que tengan la energía para, saliendo de su práctica, se vayan a trabajar fuera, eso incluso podría deteriorar su salud.

Pero como le decía ¿a quién se le ocurre recortar recursos en áreas como la salud? Y menos para regalar dinero a diestra y siniestra como lo está haciendo la actual administración, por ejemplo, a quienes se inscriban en el programa de jóvenes construyendo el futuro, cuya labor es la de aprendiz de cualquier actividad, ellos, reciben 3 mil 600 pesos mensuales, mientras que un pasante de medicina que ya invirtió más de 6 años de estudio, recibirá entre 300 y mil 600 pesos, nada más, y no es que esté en contra de que se apoye a los que se les suele llamar “ninis”, pero si en contra de que se les recorte la beca a los pasantes de cualquier área de la medicina, pues su aportación apoya en mucho la atención en clínicas y hospitales a la población más vulnerable, por lo mismo deberían de tener un mayor apoyo, pero eso parece que no les importa a los funcionarios de la cuarta transformación que, con lo anterior, esperemos que no se trate de una transformación de cuarta, pues esa no es la idea…

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