Por: Salvador Guerrero Chiprés/Quadratín México

En la narrativa popular hay un refrán que dice: “no echar más leña al fuego”, que aplica a las circunstancias registradas en los últimos días con agentes de la policía de diferentes municipios del país.

Hace poco más de una semana, Victoria, una salvadoreña que vivía en Quintana Roo, murió a manos de policías de Tulum, que la detuvieron en la calle por escandalizar en la vía pública. Un asunto de rutina se convirtió en un homicidio cuando una de las agentes presionó con su rodilla la base del cuello de la mujer y le rompió dos vértebras.

Este fuego aún no se apaga. Los policías que participaron en la detención están sujetos a proceso penal por feminicidio.

Ahora, tres hechos más relacionados con la actuación de cuerpos policiacos avivan las llamas. En Jalisco, la desaparición de una familia; en Puebla, la agresión a un adulto mayor, y en Guerrero, jóvenes atacados a tiros.

Los tres señalamientos sobre presuntos abusos policiales ya son investigados, y dan cuenta de la ausencia de protocolos y de controles de confianza.

El 25 de marzo fue presentada la denuncia por la desaparición de una familia originaria de Zapopan que regresaba de vacacionar en la Ciudad de México. Las investigaciones apuntan a que habrían desaparecido en el municipio de Acatic con la participación de policías de la Comisaría.

Aunque no se ha determinado aún el móvil de la desaparición, en la Fiscalía de Jalisco revisan la posible relación con el ataque armado ocurrido días antes contra otra persona.

El sábado pasado, en Huachinango, Puebla, agentes municipales sometieron y agredieron a un adulto mayor que viajaba en una camioneta con su familia. El hombre fue tirado al piso y uno de los policías le pisó la espalda para inmovilizarlo y le apuntó con su arma de cargo. Aunque los elementos de seguridad ofrecieron una disculpa a la familia, son investigados por abuso de fuerza.

La noche de un día antes, en Chilpancingo, Guerrero, un adolescente que viajaba en un auto con familiares, fue herido de bala por policías que les ordenaron detenerse. El resultado: perdió una pierna.

Los policías ya fueron identificados, separados de sus funciones y son investigados. La creación de protocolos de actuación policial y del uso de la fuerza define con precisión la forma de reaccionar de los agentes ante diferentes escenarios y marcan los límites a la fuerza con la que deben de responder. Su existencia permite evitar abusos en las detenciones.

La capacitación de los cuerpos policiacos complementa lo que se plasma en el documento, mientras que el control de confianza ayuda a tener certeza sobre la probidad de los elementos de seguridad pública. La policía municipal o preventiva es el primer contacto con la ciudadanía, está ahí para brindar confianza y seguridad, no para “echar más leña al fuego”.

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