Después de Haití, Honduras es el país más pobre de América. De los diez millones de habitantes que tiene el país, 40 por ciento vive en condiciones de pobreza y el 30 por ciento de pobreza extrema, según el Banco Mundial (BM).

Se calcula que más de 200 hondureños salen diariamente hacia los Estados Unidos vía México en busca de mejores condiciones de vida. Más de 70 mil al año. Todos los meses, desde esas naciones son deportados 4 mil hondureños de regreso a su país.

El pasado domingo 28 de noviembre en Honduras se celebró la elección por la presidencia, los 128 integrantes del Congreso y de las 298 alcaldías.

El actual presidente, Juan Orlando Hernández (2017-2022), a través de una maniobra jurídica, violentó la Constitución y se reeligió por un período, que ahora termina.

Ha sido acusado en una corte de Nueva York por sus supuestos nexos con el narcotráfico. Su hermano Antonio Hernández está preso en ese país por una acusación similar. Todavía no se sabe qué pueda ocurrir cuando termine su mandato.

De los 15 candidatos que se presentaron sólo dos tenían posibilidades reales de ganar la presidencia, el oficialista de Nasry Asfura, alcalde de Tegucigalpa, y Xiomara Castro, por el Partido Libertad y Refundación (Libre), que se considera de izquierda.

Ella, que se presentaba por tercera ocasión, es esposa del expresidente Manuel Zelaya, que en 2009 fue destituido y expulsado del país tras un golpe de Estado.

Las elecciones se dan cuando el presidente Hernández tiene el índice de aprobación más bajo de su gestión con solo el 25 por ciento. En ese ambiente el 50 por ciento de la población manifestó no creer en el proceso electoral, y 45 por ciento que estaba segura habría fraude.

En la recta final no quedó claro, a partir de las escasas encuestas, quién se haría con la victoria. Esos sondeos señalaban que podría ser cualquiera de los dos candidatos con las mayores posibilidades.

Algunos analistas nacionales e internacionales plantearon que el nivel de deterioro de la imagen del presidente, de su partido y un creciente descontento social, agravado por los efectos de la pandemia de Covid-19, ayudaban a Xiomara Castro.

El domingo, en una contienda electoral con altos niveles de participación, votó más del 68 por ciento, la mayoría de los electores decidió elegir a Castro que obtuvo el 54 % de los sufragios. Una ventaja de 20 puntos sobre Asfura, que obtiene el 34 por ciento de la votación.

Ella y su partido ganan en 17 de los 18 departamentos que tiene Honduras. Obtienen la mayoría de diputados en el Congreso y también la mayor parte de las alcaldías. Es una victoria contundente.

Desde el golpe de Estado contra Zelaya en las elecciones siempre obtuvo la victoria el Partido Nacional (PN) donde milita el presidente Hernández. El triunfo de Castro pone fin a 12 años de gobiernos de derecha.

Ahora asume el poder una izquierda muy particular. Habrá que ver cómo enfrenta los retos de la sociedad hondureña entre ellos la pobreza, la migración, la violencia, la corrupción y la debilidad de las instituciones.

@RubenAguilar

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