Reposando los alimentos sagrados, tecleamos, extrañando la presencia de la Infanta Mayahuel y las nietas, pero no estamos alicaídos, nos compaña nuestra compañera de vida, esperando durar hasta que la migra nos separe, porque Tanatos, no se anda con rodeos y ésta sí es democrática al cien por ciento, aquí no existe la excepción de la regla.

Después de que el "Canelo" y un cubano, como subieron al ring, la noche de anoche, así bajaron; otro fraude boxístico.

Mejor vayamos a mayo, no éste, sino de 1945, nos faltaba un año para asistir a nuestra primera corrida de toros en la "Perla de la Laguna", Torreón, Coah.; meses antes habíamos asistido a un festival taurino en la pequeña ciudad "Real de Minas del Fresnillo" y allí nos infectamos del "Mal de Montera", donde 3 erales 3, corretearon a más no poder, a sus supuestos matadores que no sabían, ni por asomo, que para torear y casarse, hay que arrimarse, aunque los tres eran casados y tenían hijos.

Todo aficionado taurino bien nacido, sabe qué es el ruedo, sin embargo no vamos a referirnos a ese lugar donde se lidian reses bravas, sino a una revista española así llamada EL RUEDO, que el 16 de mayo del 45, publicó una anécdota taurina, que dice más o menos así:

Estaba en Madrid, debidamente acreditado ante el "Caudillo de España", un embajador norteamericano, que ni por qui le pasaba, qué era una corrida de toros; en cierta ocasión, al sajón le presentaron al torero de la época, quien quedó sorprendido cuando el embajador le dijo que nunca había asistido a una corrida de toros.

Dubitativo el coleta, le preguntó al diplomático que si él lo invitaba, asistiría a la corrida, contestándole el susodicho: bueno si "tú matar al torou", si voy, a lo que el sevillano, porque el torero era de los alrededores de Sevilla, lo dijo, claro, yo lo voy a matar.

El festejo se dio en la ciudad del oso y el madroño, "er mataó". según la crónica, hizo una extraordinaria faena y cuando se trató de matar

al burel, se fue hasta el embajador y le dijo, palabras más, palabras menos, va por usted, para que vea, cómo se matan los toros.

En la crónica de EL RUEDO, no dice si el espada dejó en todo lo alto la Manto de Dante, pero la anécdota así fue y José Gómez, "El Gallo", uno de los grandes toreros hispanos y el embajador acredito, se hicieron amigos y el hijo... del tio Sam, se hizo aficionado a la fiesta brava, al parecer, hasta el final de sus días. Vale.

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