O perdido en su laberinto, lo cierto es que la detención del general Salvador Cienfuegos Zepeda, exsecretario de la Defensa Nacional, apenas la semana pasada por la DEA, representa un punto de quiebre en la percepción de la ciudadanía con respecto a la milicia. Desde la detención del general Gutiérrez Rebollo, el famoso zar antidroga durante el sexenio de Ernesto Zedillo, no se había visto un golpe tan mediático en la credibilidad de las fuerzas armadas con respecto a su rol dentro del marco de la guerra contra el narcotráfico.

Lo que sí es que este suceso pone en debate tres cuestiones fundamentales: que el Ejército reconocido por la sociedad como la institución más confiable dentro del Estado Mexicano no es infalible a actos de corrupción; que la misma ha escalado hasta lo más alto de la pirámide castrense, llegando incluso ya con alguien que hace apenas dos años era secretario de la Defensa Nacional; que mientas no se demuestre su inocencia, pesará sobre sí la vergüenza de haber manchado no solo el uniforme, sino los ideales que dan sentido de pertenecer a tan loable profesión.

Con seguridad se puede predecir que la corrupción dentro de las fuerzas armadas siempre ha existido, sobre todo en mandos medios, lo que resulta asombroso es que ahora le tocó al hombre por excelencia, mano derecha del entonces Ejecutivo federal Enrique Peña Nieto.

La otra cuestión fundamental es el entramado de corrupción que existió y existe invariablemente entre la estructura de las fuerzas de seguridad del Estado, saltando la interrogante ¿es posible que Cienfuegos Zepeda pudo haber actuado solo? Sería muy ingenuo pensar que así fue, o bien ¿por qué los nexos con un cartel de “segunda”, de Nayarit, y no con un cartel poderoso?, ¿por qué inmiscuirse por tan poco?

Al igual que Gutiérrez Rebollo, que según ciertas fuentes no fue más que un chivo expiatorio o víctima de personajes de arriba de aquel entonces, no creo sinceramente que acontezca lo mismo con Cienfuegos Zepeda. Este no es chivo expiatorio de nadie ni mucho menos víctima, pero sí sabe cosas que a más de uno tendrá que poner sus barbas a remojar. La investigación que se seguía contra él era desde hace 10 años, lo que presupone ya desde ahora que la DEA no gusta perder tiempo en politiquería burda del momento.

La última cuestión y las más imprescindible, que como ciudadanos debemos considerar el papel de nuestros órganos de investigación como la Fiscalía General de la República (FGR), la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Función Pública entre otros, de dar seguimiento a dichas irregularidades por parte de personajes como este.

Ayer dijo nuestro presidente en su mañanera que si Cienfuegos se le demuestra su culpabilidad, no reparará en investigaciones contra quien resulte responsable. Y yo aquí me pregunto ¿por qué no inicia desde ya?, ¿por qué se arroga de una facultad investigadora que no le corresponde?, ¿que no es la FGR supuestamente autónoma?, ¿por qué insistir en la supuesta “incorruptibilidad” del Ejército para realizar tareas que no le corresponden?

Mientras sea esto o lo otro, y tal como lo mencionó el mismo López Obrador, no existía una línea de investigación contra este personaje, resulta interesante qué nombres podrán relucir en este nuevo juicio llevado ante una corte en Nueva York , ahora que el Ejército ha tomado cierta preponderancia en la vida pública del país le toca lidiar con manchas de este tipo , sobre todo viniendo de investigaciones de otro país que pretende juzgar a uno de sus miembros, hasta ahora más renombrados con sus propias leyes, y no la soberbia legislación que existe en nuestro país conforme al fuero militar.

Bajo esta tesitura cabe preguntarse de nueva cuenta: ¿hubiese sido posible, que bajo el novedoso papel que juegan las FFAA en el actual gobierno, juzgar a militares de la talla de un exsecretario de Defensa que hasta hace poco gozaba de prestigio al interior de la milicia? Veremos qué sucede.

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