La historia es la mentira encuadernada. Enrique Jardiel Poncela, escritor español.

Llegó la canícula y con ello el calorón, las bebidas refrescantes de limón y otras más que sería largo enumerar y además, no estamos de humor para ello aunque... nada ganamos, pues según la "filosophi", el hombre es a la circunstancias y no a la inversa; por lo pronto estamos sudando la gota gorda al hacer esta colaboración, por culpa del solsticio de verano, aunque tenemos a un lado una buena jarra con agua fresca.

Cuenta la historia que don Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, entre sus armas de guerra, aparte de los mosquetes y cañones, traía una muy terrible y bestial

que, cuando la conocieron los indios del gran impero Azteca, entraron no en miedo, sino en pánico, al ver como unos perros enfurecidos de origen español llamados alanos, destrozaban las carnes de los nativos hasta matarlos, lo cual nos lleva a la sabia conclusión, de que eran méndigos o peor que sus propios perros, estos hijos de... Chabelita y el Nando. Cada quien opine.

Luego, la historia nos sigue constando que al paso del tiempo nació en Pánuco, Zacatecas, un criollo que sus padres cristianizaron bajo el nombre de Juan de Oñate y Salazar, quien más tarde sería el conquistador de Nuevo México, después de haber pasado por estas tierras del Bravo, donde habitaban unos indios llamados Mansos y otros Alanos, lo cual siempre nos ha tenido en ascuas.

Hurgando por aquí y por allí para ver quien puso el nombre de Alanos a algunos nativos de estas tierras desérticas, no encontramos "ni maíz paloma"; mera coincidencia con los temibles perros españoles o qué; porque según se sabe, estas gentes no conocían ni los caballos y los únicos perros que había en la Gran Tenochtitlan, les servían a estos súbditos de Moctezuma, de alimento, pues hacían grandes pozoladas donde incluían uno que otro muslo de guerrero sacrificado ¿o no? Esperamos comentarios.

Todo este rollo histórico viene a cuento, porque por el corredor "Cuatro Siglos", donde caminamos todas las mañanas al clarear el alba. Existe un conjunto escultórico que se llama "El Encuentro", donde hace algunos años, había la figura de un niño que los vagos o malandros del sector, se ROBARON cortándolo a punta de segueta la figura y desde entonces, la autoridad municipal, no ha vuelto a reponer esta pieza.

Al parecer, la oficina encargada de los monumentos históricos de nuestra ciudad, va a emprender, en estos días, una labor de rescate y limpieza de los mismos, razón por la cual sacamos del tintero esta colaboración que teníamos abandonada desde hace tiempo, en espera de una oportunidad para tocar el tema. Misión cumplida. Vale.

Por: Cuauhtémoc Monreal Rocha

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