Por lo general en España, los gitanos, a quienes no lo son, les llaman payos; eso dice el "tumbaburros", en México, a muchas leguas marítimas, también tenemos un "Payo" ya madurón en el oficio de torear reses bravas, es un torero digamos... fino, elegante, rubio como aquellos que llegaron de allende "la mare"; nació en Querétaro de Santiago, la tierra del Gran Conín y desde luego de La Peña de Bernal, para citar sólo dos o tres cosas de tan hermosa ciudad.

Este torero maduro, joven de vida, después de algunos años de ausencia, va volver a pisar el ruedo de la... esa sí, Catedral del Toreo, Las Ventas de Madrid, de esa tierra católica y monárquica, del Real Madrid y el Barcelona, de Sevilla, de Valencia, de Granada y otras linduras y para ello, el espada mexicano, desde el pasao mes de abril, ha estado toreando en el campo bravo hispano.

El tio partirá plaza el 24 de Junio, el mero día de San Juan, día en que si te descuidas al caminar por la calle, puedes recibir un inesperado baño a través de un cubetazo, por más que se le diga a la indiada, que no desperdicie el vital líquido porque se está acabando, estribillo que escuchamos desde que estábamos "asinita" e íbamos a la escuela; que no aprendimos nada, eso es otra cosa.

Héctor Octavio García González "El Payo", regresa ilusionado a Las Ventas después de una ausencia de 7 años 7 y seguro que va a por rodas, a triunfar o a despedirse para siempre de esa plaza que tiene una afición dura y que incomoda desde el tendido siete.

Con quien torea el queretano, eso fue lo que en lo personal no nos gusto, lo hará con dos perfectos desconocidos allá y acá, un tal Román un Francisco José, que hasta flojera nos dio buscar su génesis; de la que sí tenemos conocimiento, es de la ganadería sevillana de donde serán los bureles: Luis Algarra.

Le deseamos al "Payo" lo mejor de la suerte, merece triunfar y triunfar en grande, conoce bien el oficio y la finura de su toreo, de meter la cabeza los astados en el capote y la muleta, el mexicano puede destapar el pomo de las esencias y por qué no, salir a hombros por la puerta grande y dejar profunda huella del toreo azteca.

Y en México qué. Hasta ahorita nada, no se ve la luz al final del túnel, ni ganas de los protagonistas para reanimar su fuente de ingresos. ¿Apatía?, ¿desidia?, "qui lo sa". Son otros tiempos, la nueva generación es de cristal y todo lo lastima, todo lo hiere y tras un falso humanismo, quiere cambiar al mundo, tratando de imponer lo malo como bueno y lo bueno como malo. Sea por el amor de Dios, diría la abuela. Vale.

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