La Santa Sede acaba de publicar un informe con el estado de las cuentas de la curia, que arrojan un déficit de 11 millones de euros en 2019.

En ese año, el Vaticano ingresó 307 millones de euros y gastó 318 millones. El déficit es menor al de 2018 que fue de 78 millones de euros.

El Vaticano genera el 68 por ciento de sus recursos y el otro 32 por ciento lo obtiene de donaciones externas voluntarias y también obligadas.

La fuente principal de ingresos es su patrimonio inmobiliario: 4 mil 400 propiedades evaluadas en 2 mil 700 millones de euros, que aportan el 32 por ciento de sus recursos. El ingreso financiero representa el 21 por ciento.

Del gasto, la mayor parte es el rubro de difusión del mensaje con 22 por ciento, el sostenimiento de las nunciaturas apostólicas con 21 por ciento, y apoyo a iglesias con dificultades el 16 por ciento.

El Vaticano sostiene que “los fieles tienen derecho a saber cómo usamos los recursos”, y es un paso adelante en el proceso de transparencia y rendición de cuentas que impulsa el papa Francisco en el manejo de las finanzas.

En el informe se plantea que la Santa Sede, en algunos casos, no solo pudo haber sido mal aconsejada, sino también estafada. Un funcionario de la curia plantea que “estamos aprendiendo de los errores del pasado o la imprudencia”.

Ahora en el Vaticano se muestra un cambio de rumbo en la gestión de las finanzas. Semanas atrás el papa aprobó un nuevo código para las contrataciones externas y también se publicaron las líneas de un proceso de centralización de todas las operaciones.

La centralización busca un mayor control y transparencia en el manejo de los recursos financieros y también poder garantizar que las inversiones se hagan de acuerdo con los principios del pensamiento social de la Iglesia.

En el mandato del papa Francisco se ha avanzado en poner orden a las finanzas del Vaticano, a pesar de esos esfuerzos siguen presentes los escándalos.

Semanas atrás el papa destituyó al poderoso cardenal italiano Angelo Becciu, acusado de haber favorecido a su familia y participado en una compraventa de un inmueble en Londres que resultó una estafa.

El anterior director de la APSA, la empresa que controla todo el patrimonio inmobiliario del Vaticano, monseñor Nunzio Scarano, fue cesado de su cargo por blanqueo de dinero.

La iglesia tiene todavía mucho por hacer en el camino de poner orden en sus finanzas, en la transparencia y la rendición de cuentas y también en saber elegir a quiénes pone como responsables en esa área. (Con información de Daniel Verdu, El País, 02.10.20).

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