Los municipios de México en 2024 tienen la posibilidad de adoptar en sus territorios una economía circular que deje atrás el desperdicio de recursos (materiales, agua, energía, suelo y biodiversidad) y la enorme cantidad de basura que acompañan la forma en que actualmente producimos y consumimos sin preocuparnos por sus consecuencias ambientales, económicas y sociales.

Para ello, es importante lograr una amplia movilización ciudadana, informada y organizada, con base en el principio de responsabilidad compartida que establece la legislación ambiental en nuestro país, en materia de prevención y control de la contaminación ambiental, de prevención de la generación de residuos y su valorización, así como de cambio climático.

Significa dejar atrás la práctica ancestral de envío de los residuos sólidos a los llamados sitios de disposición final, que terminan convirtiéndose en pasivos ambientales, que no solo contribuyen a la liberación de gases con efecto de invernadero, sino que al incendiarse emiten contaminantes que viajan a grandes distancias y son capaces de provocar padecimientos como el cáncer, además de contaminar los suelos y los cuerpos de agua (superficiales y subterráneos) y atraer fauna nociva transmisora de enfermedades.

Para enfrentar este problema, desde 2003, la legislación vigente de los residuos ha promovido prácticas consistentes con la economía circular que se pueden aplicar por medio de planes de manejo a fin de extender la vida de los materiales y productos post-consumo, manteniéndolos el mayor tiempo posible dentro del ciclo económico y productivo, además de utilizarlos nuevamente en la fabricación de nuevos bienes de consumo.

Otro instrumento de política ambiental, que proporciona elementos y criterios para diseñar e implementar tales planes de manejo, es la Norma Oficial Mexicana NOM-161-SEMARNAT-2011, publicada en 2013, la cual destaca los productos post-consumo que al desecharse se convierten en residuos de manejo especial sujetos a planes de manejo que aparecen listados en su Anexo, cuya gestión corresponde a autoridades ambientales de las entidades federativas mientras que la vigilancia de la aplicación de la norma corresponde a sus procuradurías de medio ambiente.

Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), se encuentran entre los que están sujetos a planes de manejo a ser formulados e implementados por sus productores, importadores, exportadores, comercializadores y distribuidores. Este es en el primer caso lo que debiera suceder con los aparatos de aire acondicionado, refrigeradores, lavadoras, secadoras y hornos de microondas. En tanto que en el segundo caso, comprende a las computadoras personales de escritorio y portátiles y sus accesorios, teléfonos celulares, monitores con tubos de rayos catódicos (incluyendo televisores), pantallas de cristal líquido y plasma (incluyendo televisores), reproductores de audio y video portátiles, cables para equipos electrónicos, impresoras, fotocopiadoras y multifuncionales.

Estos aparatos tienen una composición muy variada ya que pueden contener acero, cobre, aluminio, metales preciosos (como oro y plata), vidrio, materiales mixtos que incluyen plásticos mezclados con otras sustancias, cables, tabletas de circuitos y materiales peligrosos entre los que sobresalen los metales pesados (plomo, cadmio, mercurio y selenio), así como compuestos químicos que son retardantes de llama bromados que son tóxicos.

De lo anterior deriva la necesidad de la trazabilidad y control del manejo de los RAEE, tanto por razones económicas, al ser fuente de materiales valorizables, como por razones ambientales y sanitarias, dado que la exposición a las sustancias tóxicas que contienen puede provocar daños a la salud humana y de los demás organismos vivos que conforman los ecosistemas donde se liberan.

En concordancia con el Acuerdo Verde de la Unión Europea, y en cumplimiento a su objetivo de contaminación cero, la Comisión Europea ha anunciado la prohibición total de sustancias químicas altamente peligrosas como los retardantes de llama y bisfenoles, vinculados al cáncer y a trastornos hormonales respectivamente.

En México, de acuerdo con el Diagnóstico Básico para la Gestión Integral de los Residuos, elaborado en 2020 por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), las empresas productoras de computadoras suelen registrar sus planes de manejo de residuos de manera individual y a nivel nacional. Por su parte, la Asociación Nacional de Telecomunicaciones, A.C., ha establecido un plan de manejo privado, colectivo y nacional para teléfonos celulares. Además de éstos, las empresas de reciclaje autorizadas, que procesan la mayor cantidad de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), cuentan con sus propios planes de manejo. Según el Inventario de Residuos Electrónicos de SEMARNAT-PNUD, en 2014 se generaron a nivel nacional, 1,103,570 toneladas de RAEE, de las cuales el 65.12% tenía un valor económico potencial.

Por su parte, en el marco del nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la Comisión para la Cooperación Ambiental de Norte América (CCA), ha establecido un Plan Estratégico 2021-2025, uno de cuyos seis pilares es la economía circular y el manejo sustentable de los materiales. Así mismo, recientemente ha dado a conocer el proyecto “Oportunidades para la circularidad en el sector electrónico de América del Norte”. Este proyecto tiene dos propósitos:

  • 1) Estudiar el potencial de la circularidad en el sector electrónico en América del Norte, con especial atención a las oportunidades “aguas arriba” (es decir, en las etapas iniciales de la cadena de suministro), al tiempo que se destacan los puntos positivos, estudios de caso y lecciones aprendidas para las economías de Canadá, Estados Unidos y México, y
  • 2) Identificar oportunidades de cooperación regional en el sector electrónico y formular herramientas prácticas que sirvan de apoyo a la industria, los gobiernos y la sociedad para impulsar la circularidad en cada país, así como en las cadenas regionales de suministro del sector.

En este contexto es por demás relevante el papel que juegan las Jornadas de Acopio de Residuos Eléctricos y Electrónicos obsoletos (RECICLATONES), que tienen como objetivo promover una cultura de reciclaje, en torno a la recuperación de estos aparatos, y que se llevan a cabo en un plazo definido de tiempo, sumando los esfuerzos de autoridades de entidades federativas, alcaldías, municipios, el sector privado, instituciones educativas y organizaciones de la sociedad civil.

Ahora es tiempo de sistematizar y ampliar estos esfuerzos haciendo efectiva la responsabilidad compartida de todos los que, como integrantes de las cadenas de valor de los aparatos eléctricos y electrónicos, así como consumidores, recicladores y otros grupos de interés, particularmente los centros de investigación y desarrollo tecnológico, necesitamos contribuir a incrementar su valorización, a la par que se previenen sus riesgos a la salud y al ambiente, lo cual puede constituir un apoyo al tránsito de los municipios hacia una economía circular.

Más adelante compartiremos con los lectores la forma en la cual se busca impulsar la creación de infraestructura sostenible en México, necesaria para que se hagan realidad los distintos modelos de economía circular centrados en las personas, la restauración de nuestros ecosistemas y un sector productivo limpio, bajo en emisiones de carbono y creador de empleos dignos e incluyentes.


[1] Para mayor información consultar las páginas: www.cristinacortinas.org y www.fundacionccortinas.org

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