Por: Eduardo Garzón | Quadratín Jalisco

¿Hasta qué punto se extiende la memoria de que alguna vez se hayan dado apagones rotativos en el país? En medio de la corrupción flagrante de los regímenes del PRI o del PAN, de 1982 a la fecha, no existieron anuncios de que la CFE programaría cortes en el servicio por la razón que fuere.

Los últimos apagones ocurrieron en el sexenio del nacionalista, y no por ello menos corrupto, José López Portillo. Es cierto que México perdió su independencia energética a partir del 2000, pero no tuvimos apagones a pesar de este hecho.

Este régimen tiene la extraordinaria habilidad de culpar a todos los agentes posibles y jamás tomar responsabilidad sobre algún posible error, es decir procede exactamente igual que los hacían los priistas, infalibles, en tiempos de la dictadura perfecta.

Ahora son las tuberías de gas, congeladas, en Texas, las responsables de que no exista el combustible, altamente contaminante, por cierto, que produce la mayor parte de la energía eléctrica en el país. ¿No podría ser, por ventura, que al Gobierno mexicano no le alcanza el dinero para pagar los elevados precios del combustible?

El precio del gas se encareció en los últimos días en un 5000 por ciento, según cálculos de la CFE. En consecuencia: ¿Podría ser que el deficiente presupuesto tenga quebrado al gobierno? Ya en otras entregas le hemos comentado que los ahorros de la nación ya no existen, se han volatilizado. La prioridad inconcebible de Dos Bocas, el Tren Maya y Santa Lucía, así como a los ya casi insostenibles programas de Bienestar acaparan los recursos.

Además, el estado maltrecho en que se encuentra la red eléctrica pondría de manifiesto la necesidad de presupuestar en este sentido. La dependencia extrema hacia el gas natural importado nos sitúa ahora en una posición que muchos comparan con Venezuela o con Cuba. El debate por el fluido eléctrico pasa por la generación de energías limpias, a las que el régimen de López Obrador se ha opuesto sistemáticamente.

Quemar gas o petróleo para producir electricidad es un ecocidio. La versión oficial sugiere que reducir el consumo de 6:00 de la tarde a 11:00 de la noche es una medida que puede evitar una crisis energética. Por lo pronto si el presidente insiste en que «la situación está controlada», pero invita a la población a que aflojemos 1.2 focos de cada casa, el discurso puede poner los pelos de punta a los escépticos en la verdad oficial.

La contradicción salta a la vista. Además, aflojar foquitos es perder la vista de la afectación real. ¿Cuánto cuesta a la industria manufacturera operar a medias? ¿Cuántas pérdidas genera parar tres días porque es imposible producir en serie con cortes constantes de energía? ¿Y el sector salud? Los respiradores que mantienen con vida a los enfermos de Covid funcionan con energía eléctrica.

No todo es aflojar bombillas. El tema pasa por una dependencia histórica de gas natural y requiere mejores explicaciones que tuberías congeladas.

Las opciones de hoy:

a) El régimen pretende tapar el sol con un dedo. Mientras no se transparenten las causas del desabasto, el problema podría ser recurrente. La obsesión del presidente por salir siempre indemne de todo lo que considera un ataque, podría ser muy costosa para el país.

b) La sugerencia de que el ciudadano sería el causante de los apagones por su derroche en el consumo eléctrico es altamente perversa. El Gobierno tendría que asumir, en primera instancia, su responsabilidad para poder resolver el problema.

c) La ciudadanía tendría que impulsar de nuevo el debate sobre energías limpias. Es una tendencia en el planeta y México, además de entrar en esta corriente, enfrenta una necesidad de abasto de energía que excede filias y fobias del presidente.

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