Zuri Medina, por una vejez digna
Foto: Net Noticias | Fotografía: Yvoné Vidaña / Gráfico: Náyade Cruz

Ciudad Juárez.– Una no sabe a dónde el destino nos llevará para nacer, ni los caminos que deberá recorrer a lo largo de la vida, pero nos presenta momentos en que podemos decidir dónde y qué queremos hacer y la valentía para enfrentar esa determinación y mantenernos en ella, es la que habla de nuestro temple como persona.

De esto quiero hablarles en esta ocasión, de una mujer que pudo nacer en cualquier estado del país, pero muy joven eligió ser juarense y a lo largo de su vida se ha sumado al trabajo colectivo de hacer de esta frontera un mejor lugar para vivir. Quiero hablarles de Zuri Medina.

Desde el principio de su relación como esposos, los padres de Zuri, por su labor, deben cambiar de residencia cada tres años. En ese ir y venir por el país, a ella le tocó nacer en Guadalajara, Jalisco, aunque su acta de nacimiento indica que ella es tapatía, nunca vivió ahí.

“Mi familia es prácticamente nómada. Eso ha sido enriquecedor: conocer personas de todo México, sus costumbres, lugares y formas de interactuar. Esto hace que tu mente se abra a lo diferente y aprender de cada ciudad, pero también significaba que cada tres años debíamos reiniciar, todo nuevo, sin poder arraigarte a ninguna tierra. No pude desarrollar ningún tipo de apego y me hubiera gustado mucho tener ese tipo de recuerdos. Ser parte de la familia extendida, convivir con mis primos, tener amistades de toda la vida”.

Arraigo en la frontera

El tiempo fue pasando y ella, junto con sus hermanos, creciendo. En uno de los cambios de residencia la familia llegó a Ciudad Juárez y cuando estaba lista para ingresar a la universidad, llegó el tiempo de migrar a una nueva residencia. Ahí tomó la primer gran decisión en su vida, permanecer en esta ciudad.

“Hice parte de mi preparatoria en Veracruz, otra en Cancún y en ese cambio perdí un año, así que, al llegar a Juárez, no quise repetir la experiencia, por lo que cuando llegó el tiempo de migrar, me quedé aquí, con uno de mis hermanos. Yo quería estudiar Administración Pública y Ciencias Políticas. Desde que tenía 13 años lo había decidido, había visto personas en situación de calle y quería hacer algo para mejorar sus vidas”.

Pero la compañía de su hermano solo duraría un año, tras ese tiempo, él viajó de nuevo y ella volvió a refrendar el compromiso con sus sueños y e quedó aquí sola. Pese a tener una red de apoyo en su comunidad religiosa, era una chica de veinte años abriéndose paso en esta frontera con sus propios medios.

En una conferencia en la universidad conoció a un funcionario público a quien directamente le pidió empleo, cuál fue su sorpresa que al poco tiempo recibió una llamada de su parte, invitándola a colaborar en la administración municipal, después se unió a labores partidistas y el camino que seguiría quedó marcado.

“Me involucré al 100 por ciento en la actividad política, en 2010 fui suplente en una Regiduría, luego trabajé para el Colegio de Bachilleres, sin dejar de lado mi inclusión en el Partido. En 2013 fui electa regidora y aunque de alguna manera cumplí con mis expectativas de poder ayudar a la gente, reconozco que solo somos un canal para hacerlo. Otra parte de mí quedó insatisfecha, porque los problemas públicos son complejos y solo con acciones conjuntas se pueden buscar soluciones y eso es en verdad difícil, pero en la Administración de la que formé parte, se modificaron los requisitos para la jubilación de empleados municipales y se eliminó el cobro de los estacionamientos en centros comerciales”.

Al concluir ese período, el partido en el poder cambió. El escenario político se modificó y Zuri decidió tomarse un descanso.

Girasoles

“En ese tiempo, una Asociación Civil llamada Girasoles, dedicada a mejorar las expectativas de vida de los adultos mayores, abre una vacante, aplico y me contratan. Llegué a aprender, ya que mi experiencia era únicamente en espacios de gobierno, pero me acoplé pronto e hice mío el concepto. Cuando llega la pandemia, pone todo en pausa por tres años, pero seguí mi compromiso con ellos y hoy soy su directora”.

“Al llegar a Girasoles dimensioné la importancia del problema social que representa el trato a las personas de la tercera edad y desde entonces me educo en ello. La discriminación hacia ese sector de la sociedad es el peor, se les ve como personas cuya vida está por concluir y entonces ‘no vale la pena’ invertir en ellos, por lo que se enfrentan al desempleo, la pobreza, la enfermedad, la marginación”.

“Nosotros, como sociedad, al igual que los tres niveles de gobierno, no tenemos dimensionado que la población en general estamos envejeciendo, no pensamos que en pocos años vamos a ser muchos más. No caemos en cuenta que, como personas, los adultos mayores tienen necesidades físicas, sociales, económicas (la pensión no cubre las necesidades básicas), de convivencia, de empleo, culturales, espirituales y de carácter utilitario. El enfoque social debería ser buscar su autosuficiencia, su inclusión en círculos sociales y autonomía, sentido de autosuficiencia: saber que tienen ‘su dinerito’, sus cosas, un trabajo digno. Sobre todo, comprender que todo esto no es un acto de caridad, si no de responsabilidad social. Debemos seguir viéndolos como personas”.

Zuri se apasiona con el tema y siento que comprende que todo lo que hizo antes en su vida personal y profesional la preparó para trabajar hoy en día en pro de los adultos mayores.

“Soy madre de dos y llevar la crianza de mis hijos sola ha sido parte de mis retos. A mis 40 años estoy rompiendo paradigmas. Me replanteo cosas que pensé serían mi base hasta que me muriera. Es complejo, no solo enfrentar la vida, si no mantenerme en mis ideales, no traicionarme a mí misma. Me estoy descubriendo”.

“Juárez ha sido bueno conmigo, cuando me preguntan por qué, pudiendo arraigarme en cualquier otra ciudad, elegí quedarme aquí, respondo que esta en una tierra generosa, plena de oportunidades y pues porque soy una juarense que nació en Guadalajara”.

Esta juarense tapatía vive, al igual que muchas mujeres de esta ciudad, luchando por ser y estar, trabajando en compartirse con sus hijos mientras hace de esta ciudad un mejor lugar para crecer y envejecer dignamente. Es Zuri Medina una fronteriza que se reinventa día a día sin perder su esencia, sin dejar de buscar su espacio en esta sociedad, con valentía y en pro de la tercera edad.

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