Verónica Palafox, con V de Venus
Foto: Yvoné Vidaña | Diseño: Adriana Baca

Ciudad Juárez.- Nacida de Guadalajara, pero adoptada desde hace casi 16 años en la frontera juarense, Verónica Palafox Sandoval es una comunicadora muy activa en el entorno cultural, tiene “mucho que decir” y comparte cada mes en Revista Net las historias inspiradoras de otras mujeres.

“Mi personalidad fue muy definida desde pequeña, mi familia, mi gente cercana, siempre ha sido muy respetuosa de lo que decido hacer y de lo que no”, se refiere a su decisión de no optar por la maternidad. “Es una construcción cultural que nos han hecho creer a las mujeres, es como si tu ruta de vida debe de incluir que te enamores, te cases, tengas hijitos, seas mamá…”. Pero Verónica no es la esposa de… o la tía de…, comenta, “eso no nos da un espacio, debemos pelear para tener uno”, por eso ella es Verónica Palafox.

De un seno familiar conservador, considera que sus padres la impulsaron a no ser parte de esa tradición “de la mujer sumisa y el hombre machista”, pese que “para ellos funcionaba”.

El decidir el área de Comunicación fue muy temprano y claro para ella. Estudió en la Universidad Femenina de Guadalajara (que ya no existe), contaba con un gran prestigio y los catedráticos eran experimentados en el medio. “Esta escuela fue precursora en Juárez de la UACJ, cuando yo salgo tengo conexiones en medios, en agencias, porque eran mis maestros, aún sigo tratando con ellos”.

Verónica se casó muy joven, a los 19 años. “Conocía a Pepe (José Acosta) antes de los 17, una época en la que te ciegas con la idea que tienes del amor, y luego, cuando hay una correspondencia, pues ¡wow!. Fueron años en que él iba a verme a Guadalajara, fue como muy mágico la estancia del enamoramiento”. En su hogar, la idea de que se casara muy joven no fue mal vista, “si te va bien, qué bueno, pero si te va mal, esta es tu casa”. Pero entre los 22 y 23 años decidió divorciarse.

Para Verónica, vivir esa etapa fue muy importante, “sola, pero con otro tipo de experiencia”. Destacada con el mejor promedio de su generación, desarrollarse en el ámbito laboral le fue favorable gracias a la Bolsa de Trabajo de su universidad. Aceptó el reto de trabajar en el área de Comunicación de Expo Guadalajara (uno de los Centro de Convenciones más grandes del país) y de ahí se pasó a ExhiModa, “me tocó en ese tiempo el ‘detonador’ para que ese evento se convirtiera en el ¡boom!, fueron años de mucho aprendizaje”. Como directora de Mercadotecnia del evento, un día “descubrió” la nómina… “dos niveles debajo, todos los hombres ganaban más que yo. Era su jefa, yo supervisaba su trabajo, coordinaba lo que hacían”. Cuando confrontó a su jefe, la respuesta (más estúpida) fue: “es que son hombres, ellos tienen más responsabilidades (en casa) que usted”.

“Soy honesta, hasta ese día yo decía que el machismo en las empresas no existía. Mi mundo de cristal se me cayó, puedo tener las mejores condiciones de trabajo, y aún así, ser discriminada por ser mujer”.

“A mÍ me gustan las diferencias entre mujeres y hombres, no busco la igualdad, pero sí exijo equidad. A veces, por conservar la expectativa económica o por el ‘relumbrón’ de la empresa en donde trabajas tienes que ceder”.

Su vida personal y laboral dio un giro con la llegada del Internet. Después de 17 años de su divorcio, volvió a establecer contacto con su primer amor.

La plata y la frontera

Un acercamiento con Hugo Salinas Price, la suma al proyecto de “La plata como moneda para salvar a la economía nacional”. Encargada de la gira de conferencias en Chihuahua, retomó su relación con su ex y se mudó a esta frontera.

“Me encontré a una ciudad con miedo, llena de soldados, llego durante ‘La Guerra del Narco’. Duré casi tres años sin salir de mi casa”. En ese encierro, trabajó en equipo con Pepe, quien tenía ya su portal de noticias.

En ese momento y bajo una sensación de aislamiento social, Verónica decidió tratar de solucionarlo. “Necesitábamos una red que nos juntara, aunque fuera por Internet. Empiezo a darle forma a ‘Tenemos Mucho Que Decir’, originalmente como un contexto de sororidad, contactar a otras mujeres que estaban en un entorno de aislamiento y armó el proyecto, compró tiempo en Radio Net y en Milenio y lo lanzó”.

A nivel general, ella observaba que los temas que abordaban las mujeres en los medios eran: Cocina, Belleza, Sexo, Horóscopos, Jardinería… “súper he-te-ro-pa-triar-ca-da-men-te reducido. Empiezo a invitar a 30 mujeres de diferentes partidos políticos, profesiones, condiciones económicas, religiones y las siento en una mesa y les digo: —Nos han hecho creer en toda la historia que mujeres juntas ni difuntas, que les parece si rompemos el mito y nos concentramos en lo que nos une y le mostramos a las otras mujeres, primero, que sí podemos trabajar entre nosotras y que podemos opinar y ser expertas en cualquier temática— Treinta manos se levantaron”.

Para economizar el costo en radio, Verónica produjo su proyecto de forma independiente. “Cualquier duda existencial que yo misma tenía lo ponía entre los temas, he aprendido mucho a través de los años”. Antes de una pausa durante la pandemia, “Tenemos Mucho Que Decir” agregó una sección cultural semanal. De este proyecto, de manera paralela, surgió su colaboración en Revista Net con “V de Venus”. “Quería entrevistar a mujeres que normalmente no son entrevistadas”. También incluyó a mujeres destacadas, pero sobre todo, a aquellas que de manera casi anónima contribuyen al tejido social.
Con el tiempo se han forjado lazos de amistad y respeto, “algunas han llorado, a veces lloró con ellas”. Algunas de sus entrevistadas no han dudado en pedir, que por más terrible que haya sido su experiencia, se publique. Una le dijo: “ponga todo igual que cómo se lo dije, porque nadie más lo sabe y es la revista la manera en que mi familia se va a enterar de todo lo que me ha pasado”.

“La comunicación te marca, la gente te da la confianza de poner su vida en la mesa”.

“Los trabajos en Revista Net me han dado tres columnas de plata (del APCJ, un gremio local de periodistas), pero eso no se equipara con el reconocimiento de cada mujer, el brillo de cada mujer”.
Por otra parte, Verónica es una promotora cultural y hace cortometrajes. “La vida sin arte es gris, mi bisabuelo era fotógrafo, mi abuelo era fotógrafo. Me encuentro, cuando llegué, que Juárez es un hervidero de cultura. Los juarenses han sabido sobresalir de esta pasta de amargura, esa etiqueta de resiliencia que ha tenido la ciudad está sustentada, por un lado por las mujeres, y por el otro por el arte”.
“En 2018, entré a un curso de edición ¡de cine! (pensé que sería de Photoshop)”. Viendo a sus compañeros, mucho más jóvenes, no se desanimó y surgieron los cortometrajes: “La Abuela de los Baños” y “Río Bravo Blues”, como parte del curso Polos Audiovisuales (del Imcine). Los cortos son inspirados en las vidas de Josefina Gutiérrez y Rubén Moreno Valenzuela, respectivamente. En esa etapa, también se sumó otro corto, “Familia”.
Por ahora tiene dos proyectos muy importantes, acaba de ganar dos becas, una por parte de la asociación paseña Femme Frontera para realizar el guion para un cortometraje. “Ya está el guion, estoy preparando la carpeta para meterla a fondos de producción, es un cortometraje de mujeres sobre el Alzheimer”.
Mientras la otra es estatal (Eká), para hacer el guion de un largometraje basado en los personajes de la novela “La Biblia de Gaspar”, de Moreno Valenzuela. “Estoy trabajando en eso ahora mismo y estoy empezando a producir un documental sobre la Lucha Libre en Ciudad Juárez de la mano de La Sirenita”.
“En todo lo que yo hago quiero empoderamiento, no quiero ser más ni ser menos, quiero ser dueña de mi poder para hacer lo que yo quiera sin que nadie me diga si está bien o si está mal, asumiré las consecuencias si está mal y gozaré el triunfo si está bien, pero es mi decisión, y ese poder de decisión yo quisiera que todas las mujeres lo pudiéramos tener”.

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Foto: Yvoné Vidaña
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