Ciudad Juárez.- El fallecido Héctor “Macho” Camacho, puertorriqueño conocido por aguantar su habladuría con los puños, cargó en su récord un total de seis derrotas. Una de ellas la propinó el gran campeón mexicano Julio César Chávez, otra más del siempre controversial Óscar de la Hoya. No obstante, el sexto y último descalabro se lo puso un juarense, no cualquier juarense sino Saúl “Baby” Durán.
Desde sus inicios, la carrera del nacido en esta frontera parecía cargar el ADN de su tierra en su forma de boxear. No era ni fino, ni técnico, ni calmado, ni ningún otro adjetivo que denote elegancia arriba del cuadrilátero. Era entrón, atrabancado, se hacía chiquito de la espalda para aguantar metralla y soportaba los trancazos como si subir las manos a la cara fuera pecado capital.
La que terminó siendo una carrera por demás longeva de 62 peleas dio inicio en 1993. Acumuló 14 pleitos sin conocer la derrota hasta que Otilio Gallegos se le puso al brinco en la división de los super gallos.
No fue hasta 1998 cuando viajó a Tampico para apagarle las luces a Gerardo de la Serna y amarrarse a la cintura el Campeonato Ligero Centroamericano del Consejo Mundial del Boxeo. 12 años más tarde, el de las tierras de Juan Gabriel tendría su contienda más famosa contra Héctor “Macho” Camacho.
“Fue una muy buena pelea, todavía era un rival de mucho respecto y yo lo aprecio mucho y lo quiero mucho. Todos sabemos lo que pasó al final con El Macho desafortunadamente, pero fue un privilegio pelear con él”, cuanta Durán.
Sin saberlo en el momento, esos últimos 30 minutos arriba del ring iban a ser los últimos en la vida del nacido en Bayamón. Dos años después, un 20 de noviembre de 2012, a Camacho le dispararían en su natal Puerto Rico en un intento de asesinato que cumplió su cometido cuatro días más tarde.
“Es muy difícil decir que es más importante para mí. La pelea con el Macho fue muy bonita, pero estar en el Salón de la Fama del Deporte de Juárez es un honor. Es mi cuidad y es quedar en la historia de mi ciudad para siempre, me llena de orgullo y de emoción”, señaló el Baby en su inducción a la sala de los inmortales fronterizos.
El Baby no dejaría la actividad arriba del entarimado en ese 2010, un mes antes de la muerta de Camacho. Lo haría, irónicamente, despachado de la misma manea con la que el sentenció a tantos pugilistas durante su carrera: caería por nocaut técnico contra el irlandés Andy Lee.