Rubens cautiva con su trovarock
Foto: Antonio Calleja

Lleva en sus manos un estuche viejo para despistar. Viste ropa casual y de repente el calor lo invade, parece nervioso antes de la entrevista. Abre el estuche y toma la guitarra entre sus manos, de pronto surgen bellas melodías de esas cuerdas brillantes. El Monumento a Benito Juárez es el escenario donde Rubén Sosa, mejor conocido como Rubens, da una pequeña muestra de su talento y el trabajo que ha realizado a lo largo de una vida dedicado a la música.

El cantautor juarense, que se crio entre las calles de la colonia Galeana, Anáhuac y la Chaveña, se encuentra con el equipo de Revista Net justo al lado de la estatua colocada para el Benemérito de las Américas. Regresa al lugar que por muchos años ha sido uno de sus escenarios favoritos para compartir su música, tanto como solista como con una banda.

Rubens está entusiasmado por regresar a Juárez. Dice que la pandemia le ha sentado bien, pues ha utilizado el tiempo confinado para armar dos álbumes más y buscar entre sus discos, casetes y su memoria etapas que antes no había explorado, pero que ahora busca sacarles provecho, y más con el estudio musical que montó: La Cabaña Cósmica, en El Paso, Texas.

Inspiración y talento

Rubén Sosa comenzó en la música gracias a una guitarra abandonada por uno de sus hermanos. Luego tomó el cancionero para repasar los acordes y las figuras en el brazo de la guitarra. Se visualizaba como un músico profesional, pero la decisión de su padre lo llevó por otro camino y la música se convirtió en una alternativa.

“Quien ama lo que hace puede hacer una contribución a su ciudad, ya ni siquiera piensa en el tema económico. Siempre me vi como un músico reconocido, pero los reconocimientos ahí se quedan. Lo más importante es la música, que alguien la escuche, que deje algo en las personas… con eso me doy por bien servido”, dice el cantautor.

La década de los ochenta, llena de música novedosa, marcó la adolescencia de Rubén en la frontera, situación que le facilitó el acceso a casetes y discos que lo llenaron de inspiración para crear su propia banda con los amigos del barrio.

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“Hacíamos canciones de los personajes de la calle, hacíamos una parodia usando canciones como ‘Vuela Vuela’ de Magneto, cambiábamos las letras y le cantábamos a un personaje de la tienda, a la señora que siempre estaba atenta a los eventos”, ríe al recordar esos momentos junto con sus amigos, algunos de ellos ya han muerto por el abuso de drogas o por la guerra entre pandillas, lo que le hace reflexionar lo siguiente:

“Eran personas que querían hacer algo, pero la falta de oportunidades les cortó la carrera de algo más grande. Escuchar las voces de personas que ya no están me dio tristeza, nostalgia e impotencia”, comenta el músico, aunque también dice que es posible encontrar esos espacios si las personas se esfuerzan un poco más.

Rubén continuó con su formación académica y de forma paralela seguía con su pasión por la música. Se integró a la rondalla del Tecnológico Nacional de México (TecNM) en Juárez. A la par se daba tiempo de componer y participar en bandas, aunque él realmente es un solista.

“Era algo muy demandante estar en un grupo, organizando eventos, cargar equipo… lo más práctico es ser solista. Es difícil trabajar con las personas, chocan mucho las ideas, tiene que haber mucha camaradería y confianza para poder aceptar las propuestas, porque a veces se enojan”, comenta el músico.

Chispazos de creatividad

Rubens obtiene inspiración prácticamente de cualquier lado, pero algo que caracteriza sus canciones es el homenaje que rinde a los lugares distintivos de Juárez o los personajes del mundo artístico y cultural local que han marcado su vida, así lo demuestra en su álbum “Honoris Ratio” de 2021, que incluye la canción “Juaritos′ Winding Road”.

En este track, narra el recorrido de una persona por las calles de Juárez y observa las condiciones en las que se encuentra. El mensaje central de la canción es que para tener una mejor calidad de vida, las personas, sobre todo las que están en cargos públicos, deben amar la ciudad y respetar a sus habitantes.

Las ideas surgen en cualquier lugar. Puede ir en el camión, manejando o comiendo cuando surge el chispazo de creatividad. Dice que en su caso no es necesario estar en un lugar tranquilo, alejado del ruido y las distracciones. “He compuesto en la ruta canciones que se me vienen a la mente y digo —ah caray, esta es una buena melodía—, y la grabó”. Regularmente nace primero la música y después la letra, pocas veces al revés, explica.

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La obra negra, como llama a la estructura básica de sus canciones, pasan por un proceso de depuración para finalmente grabarla de forma profesional y conocer el resultado final: “ahí sí es muy importante la tranquilidad, el silencio… quizá no el estado de gracia, pero sí llegar a un punto donde tu intelecto y tu inspiración están en su máximo nivel… tú sabes cuándo hacerlo”.

“Hago hasta cinco revisiones de la canción para que quede bien, y aun así todavía salen más ideas”, en esos momentos prueba cómo se escucharía una armónica, un violín, el teclado, una orquesta completa, hasta que encuentra la versión que más le gusta.

El compositor define su estilo como trovarock, un concepto que no está seguro si ha sido utilizado por alguien más, pero sirve para catalogar sus creaciones contenidas en nueve discos: “El Capitán Nuber”, “Páramo Poético”, “Alas por Dentro”, “Quatro”, “Remembranzas”, “Musas Diáfanas”, “Fábulas de Goma”, “Honoris Ratio” y “Alter Ego”, los dos últimos lanzados en 2021.

Desde 2014, Rubén Sosa estableció su sello como trovarockero. Es un vaivén entre la reflexión de las letras y lo acogedor de la música, y el estilo alocado y rebelde con el que se presentaba en televisión a inicios de 2000 con la banda Posdata Pop. Su estilo ha tenido un buen recibimiento en la escena local, y asegura que “a donde voy, a la gente le llama la atención, le gusta la idea de combinar los dos géneros”.

Nuevos proyectos

La pandemia frenó la organización de eventos musicales como el “Monu Fest” y el “Acusticazo”, también impidió la presentación de sus nuevos materiales, pero Rubens supo sacar provecho del confinamiento. Además de armar dos álbumes, nutrió su bagaje musical y realizó lecturas de todo tipo. También visitó sus discos y casetes viejos y recordó una etapa oscura de su vida que piensa catapultar:

“Tengo un proyecto que es un disco doble… son canciones de la etapa en la que mi papá no me dejaba hacer música”. Recuerda que él decía “—usted se va a dedicar a ser ingeniero, no quiero que ande con los músicos porque es pérdida de tiempo—, entonces yo componía a escondidas… esas canciones están llenas de frustración, de tristeza… en contra de los papás, contra el mundo”.

Después de la plática, el cantautor guarda su guitarra en el estuche, las melodías se apagan y de nuevo el bullicio de las calles del Centro se impone. Se despide, camina y se pierde entre el tumulto, las rutas y vehículos que cruzan la avenida. Quizá en su mente tararea una nueva canción, una nueva pieza que podría convertirse en su siguiente éxito.

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