Panteones de Juárez ‘dan vida’ a colonias
Foto: Pablo Navarro

En Ciudad Juárez los vivos y los muertos son vecinos: los cementerios más antiguos de la ciudad han quedado rodeados por colonias y fraccionamientos. Lápidas, cruces y figuras religiosas contrastan con las casas habitadas que se encuentran al lado. Ahí la vida y la muerte son conceptos que se mezclan y entremezclan a diario.

Por el Día de los Muertos la ambivalencia de los panteones es más evidente. En estos lugares descansan los seres queridos, aquellos que, como se dice popularmente, “se nos adelantaron en el camino”. Vivos y muertos se reúnen en 15 panteones de la ciudad, de los cuales solo tres son municipales y el resto son manejados por empresas.

Chaveña, morada de los ilustres

Uno de los más antiguos de la ciudad es el panteón de la colonia Chaveña, un lugar lleno de historia en donde se alcanza a percibir una sensación de paz y nostalgia desde la entrada. Las tumbas delatan el paso de los años, pues algunas se caen a pedazos mientras que otras se han fusionado con la tierra árida. Pero también hay otras que aún se mantienen en pie, mausoleos que datan desde mediados de los años 1800.

En el cementerio se encuentran los restos de exalcaldes de Juárez como José María Uranga, quien falleció en el año de 1881; Santiago Blancas, quien fue presidente municipal por solo un día (del 6 al 7 de noviembre de 1921), fallecido en octubre de 1942, y el general Manuel Tamborrel, quien, junto con el general Juan Navarro, defendió la ciudad de las tropas maderistas en 1911 (la Toma de Ciudad Juárez).

Los nombres de personajes políticos y militares se mezclan con los de empresarios y figuras públicas como Pedro S. Varela, destacado comerciante y propietario de terrenos que en la zona norte de la ciudad en donde se construyó la parroquia de San Felipe de Jesús y el Parque Hidalgo.

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En el panteón Chaveña también se encuentran los restos de Pedro Valdés, hermano de Germán Valdés Tin Tan y Ramón Valdés “Don Ramón”, comediantes conocidos a nivel nacional y que vivieron parte de su vida en Ciudad Juárez.

Originalmente el panteón de la Chaveña se ubicaba en las calles Joaquín Terrazas y Rafael Velarde, pero fue retirado entre los años de 1933 y 1934 para iniciar con la construcción del Centro Escolar Revolución, plantel inaugurado en 1939 por el presidente Lázaro Cárdenas del Río como parte de su política educativa socialista. Desde entonces el cementerio se encuentra en 5 de Febrero y Municipio Libre.

El Gobierno Municipal informó que el panteón de la Chaveña ya no es apto para recibir nuevas inhumaciones, pues sus 12 hectáreas con 18 jardines ya están llenos: contienen los restos de 76 mil personas, por lo que solo se encuentra abierto para visitas. En Día de Muertos, cientos de personas acuden a adornar las tumbas con flores y recordar a sus seres queridos.

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‘No es fácil vivir al lado del panteón’

El recorrido por los panteones de Juárez nos lleva al Tepeyac, ubicado en las calles Madrid y Holanda de la colonia San Antonio. El camposanto prácticamente ha sido rodeado por casas, una muestra del crecimiento de la mancha urbana.

El exalcalde José Borunda Escorza murió el 1 de abril de 1938 de forma trágica en la antigua Presidencia Municipal (ahora Centro Municipal de las Artes, CMA). Un paquete explosivo estalló dentro de su despacho mientras que se encontraba en compañía de uno de los trabajadores municipales de apellido Barraza.

Tras la muerte del mandatario municipal, sus restos fueron velados en las instalaciones del ahora Museo de la Revolución en la Frontera (Muref) y su cuerpo fue enterrado en el panteón Tepeyac. Se dice que a la ceremonia acudió prácticamente toda la ciudad, pues era muy estimado y justo por eso había ganado las elecciones al cargo con 8 mil 352 votos, mientras que su contrincante Luis G. Salinas solo obtuvo 47.

Su tumba ahora luce descuidada y con algunos daños, prácticamente en el abandono, muchos de los que visitan este panteón desconocen de quién es y cómo murió, incluso se desconoce si familiares siguen visitando la tumba. José Borunda apenas llevaba tres meses como presidente municipal y alcanzó a iniciar con la enajenación de un terreno, justo donde ahora se encuentra el parque que lleva su nombre.

El Tepeyac también alberga tumbas de migrantes que llegaron a las tierras fronterizas en busca de un mejor futuro para ellos y sus familias, incluso personas que llegaron después de la Segunda Guerra Mundial, nuevos juarenses de origen chino y japonés que ahora yacen en este lugar y que encontraron en Juárez la oportunidad que buscaban.

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Una de las leyendas urbanas de Juárez descansa en el Tepeyac, se trata de un hombre que siempre salía a manejar a las calles en su auto deportivo, o al menos así era en su mente. Era apodado como “El Güero Mustang” y recorría la ciudad con volante en mano que pertenecía a uno de los vehículos de la marca Ford. Se dice que este hombre que tenía una enfermedad mental era más respetuoso del reglamento vial que el resto de los conductores.

Desafortunadamente este panteón ha sido objeto de vandalismo y robo, pues varías de sus tumbas han sido profanadas por personas se han logrado ingresan a camposanto por la noche a romper lápidas para sacar los ataúdes y extraer los metales para venderlos “al kilo”. Vecinos comentan que no son personas conocidas:

“Nosotros hemos escuchado cuando han entrado, vivimos aquí cerca y en esos casos llamamos a la Policía para que venga, pero por lo regular no nos hacen caso, ya en la mañana amanecen las tumbas rotas y dejan todo regado. Yo creo que eso es algo feo, no los dejan descansar en paz”, dice Rocío Zambrano, quien vive a solo unos metros del panteón.

Vivir cerca de un panteón no es algo fácil y menos cuando te acabas de mudar a la zona, así lo cuenta Raúl, quien ya tiene más de nueve años viviendo cerca del Tepeyac. Él recuerda que escuchaba sonidos que no tenían alguna explicación lógica; tenía miedo, sobre todo por la noche, pues los sonidos eran más claros, pero no tenía idea de dónde provenían. Con el tiempo, se convirtió en algo normal.

“Mi familia y yo llegamos aquí en el 2012, veníamos de otra colonia y llegamos acá a la San Antonio, al principio la verdad sí nos daba miedo, imagínese vivir, digámoslo así, en una casa normal y cambiarse a una que está cerca de un panteón, sí fue algo difícil adaptarse, además de que vienes con la idea de que algo puede pasar y empiezas a escuchar cosas, pero pasaron los años y el tiempo y ya se nos fue haciendo normal, ahorita ya ni nos damos cuenta”, dice el vecino en entrevista para Revista Net.

Los eventos paranormales también atraen a personas a los cementerios, acuden para hacer recorridos y sentir adrenalina, mientras que otros lo hacen para llevar a cabo rituales o “trabajos de magia negra” en los que se cree, se puede manipular la voluntad o la suerte de otras personas.

Las manitas marcadas

Este tipo de actividades son más comunes en el Panteón Partido Senecú, mejor conocido como El Panteón de los Niños, un lugar que cuenta con varias mitos y leyendas, un lugar al que acuden decenas de curiosos a vivir las experiencias en carne propia. Aquí se han encontrado veladoras con la imagen de la Santa Muerte y restos de gallinas como parte de sacrificios.

Algunas de estas leyendas tienen relación justo con los niños, pues se dice que de las tumbas los pequeños salen a jugar por la noche y dejan marcadas las huellas de sus manos en los autos de quienes se atreven a visitar este lugar, además hay personas que afirmar haber visto siluetas caminar por el cementerio, algunas han sido captadas en fotografías o videos.

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Este panteón se encuentra en la calle Camino Barcelona, a unos metros del bulevar Francisco Villarreal Torres, el sendero de acceso es de terracería, en un espacio prácticamente abierto, pues no cuenta con barda perimetral, por lo que cualquier persona tiene acceso, además de no contar con vigilancia.

La mayoría de sus tumbas lucen descuidadas, algunas con las lápidas todavía en pie en las que se puede leer el nombre de quien descansa ahí, mientras que otras de las tumbas solo cuentan con una cruz de madera.

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Dolor y esperanza

Es hora de viajar a la zona sur de la ciudad donde se encuentra el panteón Colinas de Juárez, ubicado en la calle José Reyes Estrada y Miguel de la Madrid. El cementerio cuenta una barda que lo rodea parcialmente y que permite el acceso libre. Tiene una superficie total de 20 hectáreas divididas en 23 jardines con 136 mil tumbas.

Los registros periodísticos indican que en los últimos años el panteón se ha utilizado para dejar los restos de personas asesinadas, víctimas de las rivalidades entre grupos del crimen organizado. El último evento de este tipo del que se tiene conocimiento ocurrió el pasado dos de septiembre del 2021, donde una cabeza humana fue localizada en un arroyo cercano al cementerio.

Una de las paradas obligadas dentro de este histórico recorrido es el panteón San Rafael que se ubica en la entrada a la ciudad, y es en la actualidad el más grande de Juárez: cuenta con una extensión de 100 hectáreas distribuidas en 37 jardines con un total de 61 mil 744 personas que hasta la fecha han sido sepultadas ahí.

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Dámaris Arellanes

En Día de Muertos es uno de los panteones más visitados, ya que este lugar aún continúa recibiendo a los seres queridos de los juarenses, por lo que algunas de las muertes son de las más recientes y por lo tanto, más sentidas a diferencia de los otros cementerios distribuidos en la ciudad.

Los panteones sin duda también nos cuentan parte de la historia de la frontera, pues en ellos yacen las personas, madres, padres, hijos, abuelos, que ayudaron a construir la ciudad en la que ahora vivimos, que dieron identidad a la región y que trabajaron día a día para sacar a sus familias adelante, aquellas personas que formaron parte de una familia y que hoy descansan en paz.

Es los camposantos de Ciudad Juárez están los restos de personajes destacados en la historia de la comunidad fronteriza, personas que dejaron huella, que alguna vez caminaron por las mismas calles y quizá alguna vez vimos y compartimos el mismo espacio. Los panteones están llenos de misterio, dolor, tristeza, pero también de esperanza, reflexión y recuerdos por aquellos que han trascendido.

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